La ampliación del aeropuerto es un tema demasiado trascendente para ser tratado en el frívolo vodevil en que se ha convertido la política catalana. Qué suerte ha tenido el Obispo emérito Novell con el estallido de la noticia de la suspensión de la ampliación del Aeropuerto Tarradellas, porque este es su nombre oficial actual. Entre la coma del cartel de la Diada y lo del Aeropuerto ya no se habla del emérito ni de su compañera sentimental erótico satánica.
De hecho los que no entendemos no deberíamos opinar sobre si realmente es necesaria o no esta ampliación del aeropuerto. Pero si no podemos opinar y encima hacerlo sobre lo que desconocemos, qué finalidad nos queda en la vida. Pista larga ya hay una, sólo que molesta a algunos vecinos de Gavà, en una zona en la que si no estoy mal informado se edificó ilegalmente, aunque luego cierto es que se legalizó la situación de estas viviendas que ahora son las que más se quejan del ruido de los aviones. Algo parecido ocurre en menor medida con el aeropuerto de Sabadell, sólo que debería recordar que ambos aeropuertos ya estaban antes de que se edificaran estas viviendas cercanas, que ahora se quejan.
Por otro lado, y en cierto modo por las consecuencias de la pandemia, parece que se van a eliminar a toda Europa los vuelos interiores a distancias de hasta 800 o 1000 kilómetros, que por eso tenemos el AVE, creo recordar que hasta y todo se hablaba de suprimir el puente aéreo. El turismo de alpargata del que tanto abominamos podría desviarse a Reus o Girona, Gatwik está a una buena distancia de Londres y allí desvían muchos vuelos de bajo coste. Por cierto que sobre el aeropuerto de Heathrow se ha desestimado su ampliación.
De todos modos, esto somos divagaciones de un ignorante en la materia, mejor leed el escrito de Emma Riverola, que simplemente reduce su opinión al tuétano, al problema real, la política gallinácea de los últimos de la clase que nos Malgobiernan. Mientras, la Tibalta reparte medallas, y Ada y Yolanda van a la suya. Como diría Forges: País!
NO ES CULPA MÍA - EMMA RIVEROLA
Suspendida la ampliación del Prat. Nada se ha roto definitivamente. Si acaso, la paciencia de muchos. Hay tantos motivos para defender el proyecto como para denostarlo. La decisión no es fácil. Pone sobre la mesa elementos contrapuestos de difícil encaje. Simplificar el conflicto hablando de salvar una laguna frente a generar 80.000 puestos de trabajo es insultar la inteligencia. Hablamos de modelo económico y de emergencia climática, de futuro y de sostenibilidad. Temas demasiado trascendentes para ser tratados en el frívolo vodevil en el que se ha convertido la política catalana. Ahora, un número de soberbia. Ahora, otro de victimismo. Uno más de lucha libre entre socios. Y siempre el enemigo exterior como excusa. Una política de vuelo gallináceo, más centrada en justificar sus insolvencias que en explorar y desarrollar sus capacidades.
Un proyecto de tal envergadura sólo puede abordarse desde la madurez en el debate, el rigor en el análisis, el sentido del bien común, la responsabilidad en la toma de decisión y el compromiso con el acuerdo. Demasiado para unos políticos instalados en la pataleta. Hoy pacto. Mañana me manifiesto en contra. Y pasado, indefectiblemente, todo es culpa de Madrid.
Unos con la pataleta. Otros con la táctica del palo y la zanahoria. O la del caramelo. Dan asco en general.
ResponderEliminarUn saludo.
Y nadie quiere la culpa, siempre es del otro.
ResponderEliminarSaludos.