Mark Zuckerberg reformó el principio de las relaciones humanas, y poco a poco se ha hecho con el control de nuestras vidas. Esta terrible obviedad se repite sin remedio. Se ha enquistado. Millones de personas le hicieron millonario al apuntarse a contar cualquier cosa, tecleando a destajo. A cambio, él inauguró otra forma de manipulación, a base de explotar datos. Uno a uno, unos menos, otros más, y demasiados hasta la dependencia, sucumbimos a los encantos de un nuevo mundo porque era gratis. ¿Gratis? cuando algo es gratis significa que el objeto eres tú, que el coste lo pagas tú.
Francamente, me enteré de la caída de Instagram, Facebook o Whatsapp por un digital que informaba sobre esto, ando muy poco por estas redes al igual que por Twitter, en el que sólo publico lo que escribo y eso si, hago cada día el crucigrama del ARA. Ya no estoy ni enganchado a blogger, aunque un poco más que a las otras redes sí. Continúo siendo incapaz de leer ninguna novela y ya me doy por perdido en este sentido. Quizá por todo ello no necesito salir desesperadamente de puente, de fin de semana o ir a alguna terraza a beber una cerveza, ni me ha afectado en absoluto la pandemia a nivel psicológico, ni me he estresado, ni nada.
He podido salir con la bicicleta cada día, como si fuera el ultimo, porque hay actividades que a esta edad no sabes cuando ya no las podrás hacer. He hecho pues en ese tiempo la misma vida de siempre, y la verdad es que no entiendo esta obsesión que le ha cogido la gente de salir a divertirse y todo ello, como si se acabara el mundo, tal vez sea que hay muy poca gente normal y demasiada infantiloide, sino no se explica. Tengo claro que el concepto normal, es desde mi punto de vista, cualquiera puede considerar que mi vida es muy aburrida y monótona. Pero la normalidad que me interesa es la mía, no la de los demás. Así que ya lo sabéis, si deseáis desestresaros, desengancharos de estas redes que absorben hacia la banalidad y dedicaos a la más noble de las artes, distraerse, y para ello se necesita poco, sólo salir a calle o al campo... y mirar, vagar, dejar que la mirada absorba el paisaje.
SAL A LA CALLE
Sal a la calle y camina,
poco a poco, lentamente,
deja que tus ojos se deslicen
atrapando el paisaje,
guárdalo en la retina
como un nuevo tesoro.
Observa la gente
árboles y edificios
todo cuando te complazca.
Nunca es igual,
siempre hay sorpresas
cosas por descubrir,
miradas complacientes,
rincones ignorados, y distráete,
tanto como puedas,
que noble es el arte de distraerse.
Y si tienes dudas, te agachas,
y mientras simulas abrocharse los zapatos,
levanta la mirada.
Verás el mundo
con los ojos de un niño.
*
Y mientras tanto vamos quemando cartuchos de tiempo.
ResponderEliminarUn saludo.
un tiempo que a nosotros se nos está acabando...
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