ZOOM ANXIETY

 



Fue estar siete horas sin WhatsApp y entrar en pánico. Pero si su hijo adolescente no responde a sus llamadas de móvil, no se preocupe. Ni usted le ha educado mal ni él lo hace para joderle. Parece ser que se trata de un signo de los tiempos al que ya han puesto nombre, similar a la glosofòbia, ese miedo de hablar en público que comparto, pero por teléfono.

"No la he oído", "lo tenía en silencio" o "había poca cobertura" son las tres excusas principales de un Millennial o un miembro de la generación Z para no coger la llamada, según un artículo de Nuria Bigas. Qué paradoja! Siendo los máximos usuarios de aplicaciones van y eligen, en masa, las asíncronas y les pegan una etiqueta: generación muda.

El 81% de jóvenes sienten ansiedad antes de llamar, según investigadores de Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC. En paralelo, aumentan los casos de Zoom anxietyla percepción de que una videollamada es una pérdida de tiempo. Tres, también, son los miedos que los acompañan antes de llamar: que les pidan un favor, no estar a la altura o intuir la bronca, una tormenta verbal. Que los busquen les ofende e inoportuna y lo evitan a toda costa. Mejor un emoticono.

Sin embargo, los entiendo. Yo también me altero cuando suena el teléfono (perdonen, no pienso nunca que serán buenas noticias), una intromisión de la que sólo te salvas si estás en misa o en el cine. Pero el otro día fue caer WhatsApp y agobiarnos. Más que cuando pedíamos monedas para que la conversación no se cortara en la cabina, más que ante el teléfono negro de baquelita o en la puerta del locutorio: ¡aquello sí era esperar con emoción una llamada!. Quizás habría que retroceder a antes. Los Boomers venimos de la posguerra la posguerra, y en aquellos tiempos, e incluso más adelante, cuando en este país todavía no éramos 2.0 ni wassapeábamos y otras naderías modernas, para llamar de Sabadell a Sant Feliu de Codines - por ejemplo - se tenía que descolgar el teléfono negro y pedir conferencia (podían ser dos o tres horas) Entonces, se ponía la telefonista - Conxita se llamaba - y le pedías que te pusiera con el 42 (los teléfonos eran de dos dígitos), o directamente le pedías que te pusiera con el Dorsé que en este caso es con quien quería hablar a mi padre, y era un gran adelanto', pero claro, la juventud todo esto lo desconoce, si ni siquiera saben marcar en un teléfono de marcador circular. Porque resulta que tenemos la generación más preparada de la historia y en la práctica resulta que son de una ignorancia supina, basta preguntar si saben dónde está la Isla de la Palma, y ​​ya está armada, que si Palma de Mallorca, que si las Palmas, sólo faltaría Palma del rio. Nadie les ha enseñado cultura general, o sea que no es culpa de ellos, pero no sé para que están preparados, aparte de no encontrar trabajo, que tampoco es culpa de ellos, pero que podría explicar su rebeldía etílica y su nihilismo.

Sólo desprecias lo que no te ha faltado. Para erradicar el temor a hablar de los adolescentes con recomienda Núria Escur, llévenles a ver Maixabel: aprenderán la importancia de las palabras para curar heridas que no se cierran hasta que se pronuncian en voz alta.

1 comentario:

  1. Cada vez más ensimismados en esta sociedad autista que lo propicia.
    Un saludo.

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