Desde hace demasiado tiempo veo deslizarse las horas, minutos, segundos… pero ya no son mis horas, ni mis minutos, ni mis segundos. Ya no es mi tiempo. Dos veces al año alguien altera nuestros relojes. Una decisión, eso sí, adornada con muchísimos argumentos, demasiado para que algunos, o varios, resulten creíbles. O tal vez del mercado. Nos cambian horario, inclinaciones y costumbres. Y hacen tambalear los biorritmos. Y, usufructuando una mansedumbre ciudadana insólita, ni siquiera nos quedamos afligidos. Alguien debe salir ganando con el asunto. O quizás ni tan siquiera nadie gana y si bastantes pierden.
William Willett, un constructor inglés, fue quien realmente desarrolló la idea e impulsó el cambio del horario de verano en el Reino Unido. El antepasado del cantante Chris Martin publicó en 1907 un tratado sobre las ventajas de avanzar 80 minutos los relojes en verano, y tener así tardes más largas, con más horas de luz, lo que supondría un ahorro de 2,5 millones de libras en gastos de iluminación. Su idea era que los relojes fueran adelantados 20 minutos a las dos de la madrugada de los domingos sucesivos de abril, y que fueran retrasados en la misma cantidad los domingos de septiembre. Así, el cambio no sería tan brusco. Su propuesta llegó al Parlamento en varias ocasiones, y siempre fue tumbada. No fue hasta el estallido de la primera guerra mundial y con la necesidad de ahorrar carbón que Gran Bretaña aplaudió la idea de Willett, que no llegó a ver su sueño cumplido, ya que murió en 1915."
Pero ahora, a los organizadores oficiales de nuestro horario les ha salido competencia: una empresa emprendedora, Getyourtime, ha sacado a la venta el tiempo: previo pago, y ante notario, uno puede elegir día, año y siglo; un certificado le acreditará la propiedad. Una vez que el usuario ha comprado su tiempo, tiene la garantía de que es suyo en exclusiva y contará con un espacio en el calendario de la web de la empresa para poder personalizarlo como quiera. Al ser una propiedad, en un futuro podrá regalarlo, revenderlo o subastarlo al precio que estime oportuno. Su significado? Algo parecido a ese escultor que vende obras invisibles. Nos estan vendiendo lo intangible, como las criptomonedas o las NFT: una simple estafa, nada más, eso si, no és analógica.
Aquellos charlatanes tenían su gracia, entretenían y te hacían pasar un rato divertido. Hoy, ni eso.
ResponderEliminarSaludos.
Este de Terrassa que estaba justo al lado de mi casa era buenísimo, y tenia su mérito tanta cháchara, porqué tenia contenido, ante la vaciedad de los charlatanes actuales.
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