La procrastinación, es un arte o un vicio muy arraigado en todas partes y sobre todo en la Península Ibérica. La procrastinación consiste en lo contrario del dicho castellano: 'no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy', es decir, la procrastinación es dejar algo para mañana, o para más tarde. No sería negarse a hacer algo como Bartleby, ¡no! el procastinador no se niega a hacer algo, a tomar una decisión, simplemente la pospone, pero lo hace de manera que el día siguiente volverá a posponer la misma decisión, y así un día tras otro, y no tomará una decisión, o sea que esta manera de obrar demuestra una gran voluntad de hacer las cosas de cara al futuro, pero nula de cara al presente.
Suele suceder que al procrastinador le cuesta aún más de lo debido su actitud; si no pagas un recibo a su tiempo, después además tienes los gastos de devolución, o dejar de ordenar pongamos una mesa de un despacho, a la larga, pero se ha de ordenar, no cambiar los papeles de lugar.
¿Cuántas veces no se arregla algún electrodoméstico de casa por culpa de la procrastinación, un ordenador que va lento, las pilas del mando de la tele que están casi agotadas, etc y esto conlleva mucho más trabajo que el simple hecho de reparar el ordenador o cambiar las pilas del mando. En el libro 'the Procastinador's handbook', de Rita Emmet, hay un enunciado perfecto 'La ley de Emmet "El temor a realizar una tarea consume más tiempo y energía que hacer la tarea en sí misma"
En principio se debería haber establecido un día mundial de la procrastinación, pero la decisión no se ha tomado, se pospone, y parece coherente dentro del universo procrastinador. 
El profesor Piers Steel, ha creado una ecuación que lo explica, M=ExV/IxR. La Motivación es directamente proporcional a la Expectativa y el Valor del objetivo a cumplir, pero inversamente proporcional a la Impulsividad y los Retrasos. En nuestra vida cotidiana todos tendemos a procrastinar: dejaré de fumar, pero no ahora que estoy muy nervioso; ya aprenderé inglés, pero cuando tenga tiempo; me apuntaré al gimnasio, mañana. Son típicas actitudes de la maldita postergación. Las razones de esta tendencia son básicamente no estar realmente decidido, o bien querer hacerlo de forma perfecta, esperando en vano encontrar la ocasión ideal. Allá cada cual con sus excusas, pero lo grave es que las decisiones de los poderes públicos están tomando esta deriva perniciosa.
Nunca es el momento de cambiar la Constitución, ni la ley electoral, aunque lo prometan desde hace años. Y siguen aplazando una solución para las pensiones. Parecería a simple vista que lo hagan por ineptitud o miedo. Pero en realidad es una estrategia, les favorece la dilación. Mientras, nos despistan solucionando temas menores, un decreto ley, una inauguración, una comisión de estudio, temas livianos. Esperan que los problemas se arreglen solos o que la gente se olvide de ellos. Pasa también en universidades que no se ponen al día esperando el momento oportuno, o ayuntamientos que dejan para el mandato siguiente promover vivienda, pero a cambio montan unas fiestas de copete. 

Siguiendo a Steel es fácil darse cuenta que a nuestros gobernantes lo que le va son los factores del divisor: improvisación y aplazamiento. Lo importante ya lo harán mañana. Sin falta, o mejor pasado mañana. Y les andan a la zaga los ciudadanos que siguen posponiendo la revolución pendiente, la revolución que nunca se hará.