HAPPINESS

Lo que más me fascina de Gunther Anders, es que sus reflexiones sobre el mercado y el consumo, son de 1956, lo que entiendo le da mucho más valor. Esto me ha recordado el video Happiness de Steve Cutts, que hablaba entre otros temas del consumo de esta sociedad, muy recomendable.

"Dejando de lado algunos residuos de costumbres de épocas pasadas, lo que debemos hacer y dejar de hacer queda definido hoy en día por lo que debemos comprar. Es casi imposible excluirse de aquel mínimo de compras que están mandadas y ofertadas como musts, o sea como compras obligatorias, quien lo intente se exponga al riesgo de pasar por 'introvertido', de perder su prestigio, comprometer su futuro profesional, parecer indigente o incluso de hacerse moral y políticamente sospechoso. una especie de sabotaje de ventas, una amenaza a las legítimas exigencias de la mercancía, y, por tanto, no sólo uno no hacer, sino un delito positivo, emparentado al robo, cuando no más escandaloso todavía: pues si el ladrón, con su acto de apropiación, si bien indeseable en su modalidad específica, atestigua, con todo, su leal reconocimiento de las calidades seductoras de la mercancía y de su mandamiento, y, con ello, se acredita como conformista de buena ley, además de que, una vez atrapado, se le pueden exigir responsabilidades inequívocas, el no comprador, en cambio, se atrevió a hacer oídos sordos a la llamada de la mercancía, a ofender con su renuncia al universo de la mercancía, y luego, para colmo, invocar hipócritamente la coartada de la negatividad, alegando que no ha hecho absolutamente nada, con lo que logra efectivamente sustraerse al brazo de la justicia.
Una vez uno haya reconocido en las ofertas los mandamientos de hoy, ya no le sorprende que incluso quienes, de hecho, no pueden permitirse la adquisición adquieran, sin embargo, las mercancías ofertadas. Lo hacen porque aún menos pueden permitirse desobedecer los mandamientos, es decir, no adquirir las mercancías.
Como es sabido, la lucha termina, por lo general, con el triunfo del mandamiento de la oferta, es decir, con la adquisición de la mercancía. Pero la victoria se compra caro; pues entonces comienza para el cliente la obligación avasalladora de pagar a plazos el objeto adquirido.
Pero con eso no basta; porque lo que uno tiene una vez, no sólo lo utiliza, sino que también lo necesita. Una vez el uso se haya encauzado por cierta vía, luego hay que continuar circulando por el mismo carril. Al final, uno no termina teniendo lo que necesita, sino necesitando lo que tiene. El estado de las posesiones que uno tenga se coagula y se establece psicológicamente como estado normal. Lo que es decir que, cuando lega de menos algún producto de marca que se haya poseído una vez, no hay simplemente un hueco, sino que hay hambre.
Ahora bien, el caso es que siempre falta algo, ya que todas las mercancías son, para suerte de la producción y gracias a los cálculos que la rigen, unos bienes que se consumen y desgastan por el uso, aunque no sean bienes de consumo en el sentido estricto de pan y mantequilla; es decir, unos bienes de cuya falta se encarga el propio usuario. Así pues, cuando tiene un objeto y lo ha consumido, lo vuelve a necesitar: la necesidad sigue al consumo pisándole los talones. En cierto sentido, la adicción es el modelo de las necesidades actuales; con lo que queda dicho que las necesidades deben su existencia y su modo de estar al hecho de que existan determinadas mercancías".

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