Ha hecho falta que Carlos San Juan emprendiera la campaña “Soy mayor, no idiota” y consiguiera un montón de firmas de apoyo para que hayan decidido simular que finalmente intentan poner remedio a la desatención que los clientes, mayores y no mayores, reciben en las sucursales bancarias. La crónica que el lunes firmaba Jaume Masdeu va encabezada por el titular “La banca atenderá presencialmente a los mayores de 9.00 a 14.00 horas”. ¡Ya ves tú qué gran cosa! Como si la atención presencial por la mañana (y los jueves por la tarde también) no hubiera sido la norma hasta que un día decidieron triturar los derechos de los clientes que depositan su pasta. Las patronales bancarias, el gobernador del Banco de España y la vicepresidenta primera del Gobierno español han firmado un decálogo que quiere fijar esa nueva relación.
Los bancos tienen un morro fenomenal. ¿Era necesaria la iniciativa de Carlos San Juan para que se dieran cuenta? Era evidente desde hace años, cuando muchos clientes se quejaban a la prensa de la laminación de sus derechos. Era evidente pero se hacían el sordo. No hace falta ser muy espabilado para ver que el decálogo firmado es una operación de maquillaje y poca cosa más. La Asociación de Usuarios de Bancos y Cajas considera que es una tomadura de pelo, y que “no pasa de un lavado de imagen para superar la inquietud y la protesta ciudadanas ante las prácticas del sector”.
Es sabido que a veces Joan Capri iba a La Caixa y pedía ver el dinero que tenía ahorrado. Los empleados lo sacaban, él lo contaba, se quedaba tranquilo, lo devolvía y se iba a casa. Ahora, según el decálogo aprobado, no le enseñarían el dinero, sino que le ofrecerían un cursillo de “formación digital” como hacen con todos los viejales, a ver si aprenden rápido a navegar por internet y, una vez enseñados, ellos pueden volver a sus miserables prácticas actuales. . Quim Monzó - lavanguardia.com