Ello no es óbice para que estos días nuestro país se haya sumado a esta tendencia y el ladrillo haya encontrado una nueva forma de reconvertirse; Si buscan en internet, encontrarán ya anuncios individuales y propuestas de diferentes empresas dedicadas a la construcción y venta de refugios aptos para catástrofes nucleares, de diferentes tamaños y precios, de nueva edificación o reformando un sótano o una bodega, para familias o colectivos, para un par de semanas, lo habitual, o para años, con sus cultivos hidropónicos. Aunque no se yo si vas al banco a pedir una hipoteca para comprar un búnker que cara te van a poner, entre otras coas porqué de producirse el apocalipsis, los clientes se ahorrarían ce pagar la susodicha hipoteca.
Luego están los alimentos que has de tener en tu refugio para sobrevivir unos cuantos años y no se yo si valdría la pena, porqué los mayores en caso de guerra nuclear ya no podrían volver a salir, además de que en encerrarte allí dentro se supone lo haces con la mujer, la suegra, los hijos... un auténtico descenso a ,los infiernos. Mejor dejarse de búnkeres, y si se produce un apocalipsis ser de los primeros en sucumbir, porque lo contrario, visto lo visto, poco vale la pena.
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