LA CÓLERA DE LOS IMBÉCILES




En una famosa expresión de Heidegger, uno de los grandes filósofos del siglo pasado, glosada e interpretada cientos de veces, se sostenía la dura tesis de que el hombre es un "ser para la muerte". No era extraño que, en un feroz siglo de guerras y violencia, el dicho de Heidegger, adquiriera ya la categoría de lema irrebatible, de frase hecha, a la que se llega con ese concepto del lenguaje, tan abundante en nuestro tiempo, que nos impide pensar y nos paraliza la inteligencia. Una frase la de Heidegger, que ha sido glosada múltiples veces y asumida por muchos profetas e interpretes de la melancolía y la claudicación. Tesis brillante, encajada en el corazón de la gran obra heideggeriana, pero que hoy, a pesar de tantos pesares, no queremos ni debemos admitir. No es extraño que el aire que oreaba las luminosas y, paradójicamente, ofuscadoras páginas de Sein und Zeit (Ser y tiempo), sirviesen, como se ha escrito, para consolar a los soldados alemanes en la última guerra europea que, al parecer, llevaban el libro de Heidegger en sus mochilas. No creo que los jóvenes que iban a morir en tan bestial contienda supiesen una palabra de la filosofía de Heidegger, ni les importase saber que el filósofo les había escrito una inhumana jaculatoria de resignación.

Ahora que hemos entrado de nuevo en el tiempo en que el pestilente humo de las bombas traspasa los aún limpios cielos de este siglo que ya no es tan nuevo, con el despiadado terrorismo de las noticias que nos llegan cada dia de Ucrania, no debemos abandonar el optimismo que nos obliga a creer, que ese camino de la violencia podría desaparecer si tuviéramos ante él, para andarlo, otro horizonte ideal. Un horizonte, que no pudiera enturbiar el fatuo pragmatismo de los belicosos, de los teóricos del hombre como lobo del hombre. Debemos confiar en el hombre nuevo que no acaba de llegar y llevamos ya casi un cuarto de siglo XXI a la espalda. Pero en este conflicto hay un elemento nuevo hasta ahora, La ciberguerra, un frente que también se libra en las redes y en el que Rusia ha destacado tradicionalmente, es el de la desinformación, aunque en este caso que nos ocupa, está funcionando en el interior, pero no está logrando traspasar sus fronteras. Como decía Bernanos, en su inolvidable reportaje desde Mallorca sobre la guerra civil, "la cólera de los imbéciles llena el mundo".


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