La tarde del 29 de mayo de 1991, ETA atentó contra el Cuartel de la Guardia Civil de Vic, con un coche bomba cargado con unos 70 kilos de amonal. El atentado causó 10 muertos y 40 heridos.
Hoy se cumplen 31 años de esos hechos, y no tengo claro que se haya dado a las víctimas y a sus familiares el apoyo que se merecían, posiblemente – y no nos engañemos – porque eran Guardias civiles, pero ante todo, personas y entre ellas víctimas inocentes, incluso niños.
En 2001 recuerdo que estando en Vic me explicó mi acompañante que aquel descampado donde había coches aparcados era donde estaba el cuartel de la Guardia Civil y las casas de los familiares. Le comenté que me extrañaba no hubiera ningún monumento, o placa recordatoria de los hechos, y la persona me contestó: ni lo verás, eran Guardias Civiles, si fueran del pueblo ya estaría hecho hace tiempo un memorial que estaría lleno de flores todo el año. Vale, le dije, pero murieron civiles también, mujeres y niños de los Guardias Civiles. Mi acompañante ni se inmutó y remachó: no verás ningún recordatorio y esto dentro de diez o más años seguirá igual. Afortunadamente mi acompañante estaba equivocado.
Han pasado 31 años y finalmente, en el descampado donde estaba la Casa cuartel, se está construyendo una biblioteca que llevará el nombre de Pilarín Bayés. Les obras empezaron en junio de 2019 y está previsto inaugurarla en octubre de 2022. Es una buena manera de rendir homenaje a las víctimas del atentado, cultura contra violencia, aunque es un homenaje que llega tarde, demasiado tarde.
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