La Mesa de Memoria Histórica del Ayuntamiento de Sabadell, quiere borrar el nombre del homenaje de la plaza Montserrat Roig. El nombre de Enric Tomàs Urpí aparece esculpido en el monolito en memoria de los deportados sabadellenses en los campos nazis, ubicado en la plaza Montserrat Roig de Sabadell. Pero desde hace un año hay quien quiere borrarlo, porque no le considera digno de estar.
El republicano sabadellense, después de combatir en la Guerra Civil y exiliarse en Francia, acabó internado desde 1940 hasta 1950 en el campo de concentración alemán de Mathausen-Gusen. Y sobrevivió, pero para ello tuvo que perpetrar atrocidades. Es en ese claroscuro que, 80 años después de su muerte, emerge el debate: ¿fue víctima o verdugo?
En el campo de Gusen, para salvarse, Tomàs Urpí se convirtió en kapo de su barracón, un capataz, cómplice de soldados nazis. La obra de Montserrat Roig o la biografía del deportado Prisciliano García testimonian que el sabadellense llegó a matar a 38 compañeros de barracón en una sola noche. O que golpeaba en la cabeza a otros presos para que cayesen delante de vallas electrocutadas.
Así es como Tomàs Urpí sobrevivió en el campo. Pero no en sus actos. Días después de la liberación de Mathausen, murió asesinado por venganza. Hay quien dice que fue a manos de una decena de republicanos antifascistas, pero también corre la versión de que fue el hijo de una de sus víctimas, que le vació un cargador entero de una pistola en la cabeza.
Durante 30 años, David Serrano ha investigado testigos del holocausto y ha publicado casi una veintena de libros. Él le define “stricto sensu, una víctima más” y se posiciona totalmente en contra de borrar su nombre del homenaje a los deportados sabadellenses.
"Tomàs Urpí es una víctima más del sistema de campos de concentración, pensados para destruir emocionalmente al individuo, deshumanizarlo, extraerlo de la condición humana y de la racionalidad", sostiene Serrano. "Se perseguía el ensuciamiento moral o la zona más oscura de la zona gris", añade, citando a Primo Levi. "Hace que la víctima se convierta en colaborador obligado de la destrucción".
Serrano ha estudiado el caso y recuerda que el deportado, antes de entrar en el campo, era "una persona normal, no un sádico, un republicano con ideales" que quedó "destruido moralmente y se convirtió en un ser deplorable".
La Mesa de Memoria Histórica, que cuelga del Ayuntamiento, decidió que se borraría el nombre de Tomàs Urpí hace un año, a raíz de la solicitud de entidades. El Ayuntamiento tomó la decisión después de pedir la opinión de algunos expertos, además de evaluar un informe al respecto en el Centro de Estudios sobre Dictaduras y Democracias (CEDID) de la UAB.
“¿Debemos establecer grados entre víctimas? Desde sociedades de paz y democráticas, se puede juzgar lo que ocurre en un contexto de extrema violencia, amenaza, sumisión, humillación y destrucción”, se pregunta el experto. Montserrat Roig dejó escrito: “Todos, verdugos y víctimas, eran colillas humanas”. - Guillem Plans - diario de sabadell.
No hay comentarios:
Publicar un comentario