024, UNA LLAMADA A LA VIDA



En España se suicidan 11 personas  cada día. El Gobierno ha puesto en marcha un teléfono de atención, el 024. El número 024 ha sido escogido para transmitir la idea de que estará en funcionamiento durante todas las horas del día todos los días del año, ha explicado la ministra de Sanidad. Carolina Darias ha asegurado que la presentación de este recurso el 9 de mayo, coincidiendo con el Día de Europa, no es casual, y que los responsables de la gestión han deliberado extensamente a la hora de escoger el lema que identifica a línea. Bajo el lema 'Una llamada a la vida', el recurso pretende afrontar el incremento de la cifra de suicidios en España registrado a partir de la pandemia.
En Barcelona, ​​el suicidio es la primera causa de la mortalidad de los hombres de entre 15 y 44 años y la segunda causa entre las mujeres. El teléfono para prevenir suicidios es el 900-925-555 y la intención del proyecto es ayudar a los posibles usuarios, romper el silencio público y contribuir a desmontar el mito según el cual cualquier visibilidad pedagógica puede empujar a quien esté dudando de tomar una decisión fatídica.
En Catalunya cada año muere el doble de gente por el hecho de suicidarse que de accidentes de automóvil. Los trenes no arrollan a la gente, es gente que se tira. Antes, parecía que el suicidio estaba reservado a los artistas, los creadores puros que no soportaban seguir con su existencia, o a los amantes despechados. Cuando se da un caso como éste vuelven los viejos fantasmas sobre la relación entre la creatividad y la autodestrucción sobre todo en el caso de los artistas, como cuando la genialidad llevaba incorporado un chip con la condición de un alma torturada. Esta percepción ha cambiado, y hoy en día el suicidio es considerado un acto sórdido y cobarde ante el fracaso, lejos de poder ser considerado un ejercicio de libertad personal o parte del paisaje de los torturados genios creadores.
El suicidio como el sexo es tabú, no se habla, no existe. Recuerdo el caso del ex portero del Barça Robert Enke, algunos medios no hablaban de suicidio sino de accidente, que de hecho, es un accidente pero no en el sentido que le quieren dar para no reconocer que una persona ha decidido quitarse la vida por su propia voluntad. Parecería que el índice más elevado de los suicidios debería ser en otoño o en invierno, pero en cambio, el ser humano que es ya una contradicción en sí mismo, es precisamente en la Primavera, cuando todo brota de viejo nuevo, cuando la naturaleza estalla en mil colores de la nueva savia de la vida y los animales de todo tipo y especie se emparejan, va el ser humano y es cuando más decide quitarse la vida. Cioran que había escrito y teorizado mucho sobre el suicidio, murió de muerte natural en la cama a los 84 años, y en general los que hablan de suicidio no suelen llevar el acto final a plazo, aunque hay médicos que dicen que sí, que los hay que hablan de ello y terminan llevando el acto a cabo.
En muchos otros casos no se llega a consumar el suicidio, quizá porque a pesar de todos los pesares, esto de vivir es mejor que la nada que les espera a los que en un momento de ofuscación o reflexión optan por la solución definitiva. Una nada, y una cobardía hacia los que se quedan aquí en este valle de lágrimas como dice el tópico. 
Parece que actualmente se habla un poco más abiertamente del suicidio, pero muy entre comillas, con la aprensión que nos hace hablar de estos temas que deberíamos afrontar con más naturalidad. Pero aún así, siempre hay una esperanza de sobrevivir una temporada más antes de tomar esta decisión sin camino de retorno ni posibilidad de enmienda. Estoy seguro de que los suicidas en el último instante se arrepienten, sólo que ya no están a tiempo.
Sería bueno que los Gobiernos a los que tan les gusta legislar sobre la vida pública y privada de los ciudadanos, como la Obra de teatro de Alejandro Casona "Prohibido suicidarse en Primavera", prohibieran a la gente suicidarse al menos en esta época del año. No serviría para nada, pero le daría un toque poético al drama de quitarse la vida, a menudo sin necesidad real de hacerlo. Con esto de la vida, pasa como con la democracia, que no siendo un sistema perfecto es el menos imperfecto de todos, y que de hecho, si somos honestos, a menudo sucede que un problema que nos había llegado a angustiar y preocuparse mucho, suele arreglarse solo, y que quitarse la vida no lo soluciona. En el fondo, a pesar de que es un derecho que tenemos ya que al no consultarnos para llevarnos aquí ya tenemos adquirido decidir cuándo y cómo irnos, aunque diría que sería aconsejable no ejercerlo, no soluciona los problemas y es un acto de valiente cobardía. 
Decía Joan Fuster que la sola cosa reprobable del suicidio es que casi siempre se trata de una muerte prematura. 

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