Con tanto ruido mediático, con crisis de todo tipo de por medio y una guerra, una noticia de alcance para la infancia ha quedado relegada, el acuerdo unánime entre el Ministerio de Servicios Sociales y las comunidades autónomas para que ningún niño menor de 11 años resida en un centro de acogida de aquí a 2030. Este objetivo se ha marcado en dos fases: una primera, que establece el plazo de 2025 para sacar de estas residencias a los entre 0 y 6 años, y cinco años después, los de entre 7 y 10. Con datos del 2020, que son los últimos disponibles en España, se encuentran en esta situación 3.088 niños, 1.117 de la franja más pequeña (incluidos 537 que no han cumplido los 4 años) y 1.911 de entre 7 y 10.

El acuerdo, que finalmente va acompañado de financiación procedente de la Garantía Infantil, uno de los fondos Next Generation de la UE, intenta paliar el incumplimiento permanente en el que han incurrido las administraciones públicas desde que en 2015 se aprobó la ley de modificación del Sistema de Protección a la Infancia y la Adolescencia, que establecía que los menores de hasta 3 años bajo la tutela de la administración no deben estar institucionalizados, viviendo en residencias por el daño emocional y psíquico que ello supone. Y el siguiente paso debía darse con los niños de 4 a 6: había que buscarles una familia para evitar el daño que supone crecer en una residencia. Los casi 1.200 pequeños que viven en estos centros son el claro reflejo de que la norma no se ha cumplido salvo en Cantabria, donde no hay pequeños menores de 6 años en centros y Navarra, que al menos hasta el 31 de diciembre del 2020, no tenía ningún bebé, aunque sí figuraba un menor de entre 4 y 6 años en una residencia.

¿Cuántos niños mueren en el Mediterráneo, en Ucrania o en otras guerras/no guerras? Niños que no llegan a tener ni la opción de ser adoptados, o cuando como Mariona no sobreviven a pesar de la buena fe y el cuidado de unas monjas.

Ayer fuimos a Vic con mi hermano y Julia a ver a mi tía Teresa Reixach, retirada en el Convento de las Dominicas de la anunciata. A  causa de la cóvid ​​hacía más de dos años que no la podíamos visitar. La tía Teresa tiene 96 pero la cabeza la tiene clara, nos explicaba ayer el caso de Mariona; su madre murió de paludismo, ya que la tía no pudo curarla, Al cabo de un tiempo, su padre les llevó a la niña a su comunidad, en Ruli (Ruanda); estaba en los huesos, como aquellas fotos que veíamos de niños y niñas de Biafra durante la hambruna. No sabían su nombre y le pusieron Mariona. Las monjas decidieron quedársela, entre otras razones porque su padre ya estaba con otra mujer que estaba embarazada y la niña le molestaba más que serle útil. Tenía apenas un año, y la cuidaron y alimentaron, pero no sobrevivió, al poco tiempo murió - le falló el corazón, - Me contaba la tía que el corazón es el que más sufre en casos de desnutrición -. A Mariona, la enterraron las monjas en el jardín de la Comunidad, y nunca le faltaron flores. Esto ocurrió en Ruanda, antes de la guerra civil entre hutus y tutsis, aunque imagino que todo debe seguir igual, o peor.

Soy tan cabezón que no se me ocurrió hacer una foto del vestidito de punto color de rosa, con 'peucos' incluidos que la Teresa le ha hecho a una niña de Vic que nacerá dentro de un mes. Creo que deberían ponerle de nombre Mariona.