En un mundo sacudido por unos choques de una intensidad brutal e inesperados, una palabra que puede cambiarlo todo se está poniendo cada vez más de moda: friendshoring. Un conjunto de cambios recientes han llevado a algunos a cuestionar las ventajas de una economía global: primero la guerra comercial de EE.UU. con China, luego la cóvid y su impacto en la cadena de suministro y, ahora, una guerra en Ucrania que puede remodelar el panorama geopolítico. Mientras algunos todavía hablaban de onshoring o reshoring –recuperar la producción para reducir los riesgos de las cadenas de suministros globales–, o de sanciones –castigando económicamente a países como Rusia– la secretaria del Tesoro Janet Yellen acuñó la palabra friendshoring para referir cese a la limitación del comercio de suministros clave sólo en países amigos: “Aquellos que comparten los mismos valores e intereses estratégicos”.

Friendshoring es una palabra que suena bastante bien para ser abrazada por distintos ámbitos del espectro político y de la sociedad. Si es así, puede cambiar significativamente el mundo económico que conocemos, anteponiendo las consideraciones geopolíticas a las de eficiencia y la producción local en la globalización. Incluso hay quien argumenta que fomenta los valores democráticos dando incentivos a los países a compartir valores para formar parte del grupo de “amigos”. Pero la realidad es que lo que hace es contribuir a la división del mundo en bloques. La Organización Mundial del Comercio ha avisado recientemente de que en un mundo dividido en bloques el PIB se reduciría un 5%, restringiendo la competencia. Las cadenas de suministros que hoy conocemos han transformado la producción mundial permitiendo que las empresas produzcan donde les sea más barato, haciendo posible el acceso de los países más pobres a unos bienes que antes no podían permitirse. Además, el friendshoring puede perpetuar una situación que no debería ser siempre así. Como ya decía Alfredo Pastor en este diario hace unos días, Rusia no será siempre Putin y ¿Quién nos dice que EEUU no volverá a tener otro Trump? Identificar a los amigos internacionales no siempre es trivial y mucho menos permanente.

En un entorno donde el concepto de conflicto gana terreno, no comerciar con el “enemigo” puede parecer tener sentido, pero no podemos olvidar que el comercio también nos ayuda a hablar unos con otros ya forjar la paz y las relaciones diplomáticas. Además, muchos de los mayores retos del mundo actual son globales: salud pública, cambio climático, etcétera. Cuando esto es así, en vez de hablar de enemigos deberíamos pensar en socios. A esto se le añade el impacto de la guerra de Rusia en Ucrania sobre el precio de los alimentos, que puede tener unas consecuencias nefastas sobre el hambre mundial y que el friendshoring podría agravar. Aunque en estos momentos la principal preocupación de los mercados parece estar centrada en los peligros de una recesión, ir hacia un mundo más fragmentado tendría unas consecuencias estructurales mucho peores para la economía. Los europeos deberíamos pensarlo varias veces antes de entrar en un juego que puede prolongar esta situación de bloques. - ‘Friendshoring’: ¿el mundo que viene? - Núria Mas - lavanguardia.