REGIONES IMAGINARIAS




Macondo, Comala, Bigata, Yoknapatawpha. Lugares míticos de la literatura que habitan en la imaginación colectiva pero no tienen unas coordenadas geográficas. ¿O quizás sí? Ésta es la pregunta de la que parte Regiones imaginarias, una exploración por territorios imposibles que han acabado confundiéndose con lo que algunos llaman realidad.
"Pretende ser una búsqueda, no sabemos si con éxito o no", bromea la editora Lía Peinador, que a continuación concreta entrando más en detalle: "Es una búsqueda de los lugares míticos de la literatura, estos lugares que se mencionan en libros como Cien años de soledad o en otros algo menos conocidos como Ciudades de sal de Abderrahman Munif".
Lugares que pertenecen al ámbito de la ficción pero que, indudablemente, hay más allá de lo imaginado. Y que tienen múltiples topografías en función de la mente de cada lector, tal y como concede Peinador: "Estamos proponiendo una de las miles de opciones sobre una región y todo el mundo tiene derecho a imaginarse la suya propia".
Diez relatos, diez fotografías reales de las zonas en las que se ubican las regiones imaginarias e incluso diez mapas son el resultado de esta aventura que recorre espacios creados originalmente por autores como García Márquez, Faulkner, Rulfo, Benet, Onetti, Camilleri, Munif, Narayan, Achebe o Lima-Mendes. Comala pertenece a una de estas regiones imaginarias.

PEDRO PÁRAMO

"Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. "No dejes de ir a visitarlo -me recomendó. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte." Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después de que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas.
Todavía antes me había dicho:
-No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio... El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro.
-Así lo haré, madre.

Pero no pensé cumplir mi promesa. Hasta que ahora pronto comencé a llenarme de sueños, a darle vuelo a las ilusiones. Y de este modo se me fue formando un mundo alrededor de la esperanza que era aquel señor llamado Pedro Páramo, el marido de mi madre. Por eso vine a Comala.
Era ese tiempo de la canícula, cuando el aire de agosto sopla caliente, envenenado por el olor podrido de la saponarias....."

De lectura muy recomendable, Pedro Páramo es una novela mágica, que decían Juan Rulfo escribió al recoger las viejas historias que le contaba el tío Celerino que un día se encontró por casualidad, o quizá por causalidad. Es posible, pues al morir el hombre, Juan Rulfo dejó de publicar, o publicar textos tan fascinantes, mágicos e irreales como Pedro Páramo. Por todos los santos, el día de los muertos, por Sant Jordi, o cualquier otro, es bueno para leer o releer esta extraordinaria y fascinante novela, donde muertos y vivos conviven en un mundo mágico y complejo. Son poco más de 160 páginas pobladas por almas en pena, caballos desbocados, prófugos que vuelven a su atroz punto de partida, un sitio, Comala, donde el tiempo y las identidades se diluyen constantemente. La novela es circular, nada lineal puede ocurrir porque sus personajes han sido expulsados ​​de la historia, encarnan "un puro vagabundear de gente que murió sin perdón y que no lo conseguirá en modo alguno, y lo saben".

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