El próximo 25 de septiembre se cumplen 60 años de las dramáticas inundaciones del Vallès, la peor catástrofe natural de la historia de la provincia de Barcelona. La riada causó más de 600 muertos registrados (muchas víctimas ni siquiera estaban empadronadas, lo que dificultó el recuento) y dejó en la miseria a más de 12.000 damnificados. Las poblaciones más afectadas fueron Terrassa, Rubí, Sant Quirze y Sabadell.
Ese día me despertó mi madre a las 7 como siempre. Yo tenía diecisiete años y trabajaba en la empresa P.PRAT SA, que fabricaban maquinaria para 'Panaderia y Pasteleria' que se llamaba por entonces. Recuerdo que al levantarme, mamá me comentó que toda la noche había llovido mucho- Ya no llovía cuando me levanté, y si que debía de haber llovido muy dado el erre esta excesivamente limpio y pulido delante de casa. Donde yo vivía - y vivo - en la Carretera de Prats de Lluçanès, por más que llueva no se puede inundar, estamos demasiado arriba del nivel del Ripoll. A partir de Casa se va bajando por Can Puig Gener hasta llegar al río y allí sí que dolió la riada, como en las fábricas que había abajo en el río que quedaron arrasadas. Mucho más daño le hizo a Rubí, Terrassa o San Quirze del Vallés, en una barriada que había en la entrada, por debajo de donde está ahora el Alcampo. Pero todo esto no lo sabía cuando me levanté. Como cada día me bebí la leche en el Cola Cao y con el bocadillo envuelto con una hoja de la Vanguardia (nada de papel de aluminio) fui a trabajar a cal P.Prat donde hacía de Administrativo. A pie, tardaba una media hora de casa en el trabajo, y si recuerdo que a medio camino me vino una urgencia de aquellas que apresuran a apresurar (que me estaba cagando vivo, vaya), y el camino se me hizo eterno. Al llegar al trabajo en la calle de Sentmenat, las puertas de la fábrica estaban abiertas de par en par pero no había nadie. El suelo estaba mojado. lleno de pechadas, y entonces me di cuenta de que en el fondo de la calle (a cuatro o cinco esquinas del margen que da el Ripoll), estaba rebosante de gente. Me pasó la cagalera de repente, algo había pasado - me dije - y me acerqué. El espectáculo era terrible, la cantidad de agua que bajaba por un río tan escaso como el Ripoll hacía que pareciera al Amazonas, Bajaba ganado muerto, todo tipo de restos en medio de una siniestra y furiosa agua de color marrón. Pepitu, el encargado me explicó lo ocurrido, no sabía demasiado pero era patente que era una muy grande, hay que tener en cuenta que la información antes funcionaba con unos parámetros muy diferentes a los actuales. Al rato llegó el Mañosa que era un montador y explicó que en Terrassa había muerto mucha gente, en Rubí también y en otros lugares.
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