La exposición Marcados por el Odio, que exhibe desde hace dos semanas en la plaza del Gas de Sabadell, ha sufrido un ataque vandálico este lunes. Los autores, que no se han identificado, han roto gran parte de su exhibición. "Es una triste ironía que una exposición sobre el auge global del odio acabe así una y otra vez", han expuesto los responsables de la exposición en referencia al ataque de Sabadell y el de Gavà.

El odio está definido como un sentimiento de profunda antipatía, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, o fenómeno, así como el deseo de evitar, limitar o destruir a su objetivo. El odio se describe con frecuencia como lo contrario del amor o la amistad; otros, como Elie Wiesel, consideran en la indiferencia como el opuesto al amor. El odio no es necesariamente irracional o inusual. Es razonable odiar a gente u organizaciones que amenazan o hacen sufrir, o cuya supervivencia se opone a la propia, o sea que no tengo tan claro hasta qué punto el Gobierno acusa de odio básicamente a quienes no comulgan con ellos y su discutible modo de pensar y actuar.

Me odian y eso no tiene ningún tipo de importancia, pero me obligan a odiarlos, y eso sí que los tiene, decía Fuster. Últimamente se habla mucho de odio y se acusa a gente de odio, incluso con demasiada ligereza y no siempre con la razón por bandera. El delito de odio está muy circunscrito a las redes, sobre todo twitter, donde los haters campan a gusto insultando a diestro y siniestro. Y es que en twitter hay que tener mucho cuidado, pues te llama a participar de esta orgía de desbarrar con mucha facilidad, ya menudo debería contarse hasta diez antes de publicar un tuit de lo que a los cinco minutos te arrepentirás de haber piado en el mejor de los casos.

Pero la sublimación del delito de odio, viene a raíz de la ley mordaza perpetrada tras el 15-M, que de hecho, da patente de corazones al Estado para actuar impunemente contra todo lo que discrepe de su discurso o simplemente le moleste , y es preocupante porque recorta no ya la libertad de expresión sino derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos, que permanecen indefensos ante esta maquinaria de represión orwelliana. Una maquinaria que se activó y descontroló a raíz del juicio del proceso y los sucesos posteriores.

Casos como éste, tiempo atrás no se habrían producido, de entrada el concepto odio esta circunscrito a su lugar exacto, sin banalizarlo, y estos hechos se habrían considerado una gamberrada sin más, el enésimo acto de vandalismo urbano, uno más de los muchos que perpetra la juventud, aparte de que antes, ya no habría hecho falta montar esta performance para quedar bien, el odio estaba en su sitio. Mientras, la ley mordaza continúa activa pero afecta sólo a una parte de la ciudadanía.


Todo eso que acabo de escribir es lo que corresponde de manual ante hechos cmo este, pero leyendo estas declaraciones de uno de los organizadores de la exposición, me entran dudas: “Sabemos que son agresiones de odio cuando están hechas en la cara. En una hay una quemadura de un cigarro entre ceja y ceja y, en la otra, hay un navajazo en la cara de un joven migrante. En esta exposición en concreto, que está en contra de las políticas de extrema derecha, justamente vemos agresiones a los protagonistas de la exposición”, lamenta Pau Coll de Ruido photo limpiando las tachaduras en la exposición. He pensado leyendo las declaraciones de Coll, que quizá sea más que un simple acto de vandalismo, una gamberrada. Un acto de odio.