El británico Dorian Lynskey publica en España 'El Ministerio de la Verdad' -el periódico-, un libro en el que destripa el proceso de creación de la obra más conocida del autor inglés, rastrea los orígenes hasta la Guerra Civil española, se extiende en el contexto histórico y literario y observa su proyección cultural hasta nuestros días, para demostrar que pocas obras mantienen tanta vigencia décadas después de su publicación.

Sólo 227 días vivió George Orwell tras la publicación de '1984', el 8 de junio de 1949. Fueron días suficientes para que tuviera un indicio de la clase de repercusión que tendría su libro –no sólo literaria, también política y social –, pero sólo fue eso, un atisbo: considerando la larga vida que ha tenido la novela del autor británico, 227 días parece poco, y eso que aún vivió para comprobar cómo los primeros lectores la comparaban, entre otras cosas, “con un terremoto, un bulto de dinamita o la etiqueta de una botella de veneno”, según explica Dorian Lynskey en la recién publicada 'El Ministerio de la Verdad' (Capitán Swing). La denuncia del totalitarismo mediante la puesta en escena de una sociedad en la que la ciudadanía es objeto de control absoluto conectaba con miedos ancestrales que el nazismo, el estalinismo y la Segunda Guerra Mundial habían vuelto a un primer plano, pero si hubiera sido sólo eso , la obra de Orwell no seguiría presente, por así decirlo, al aire que respiramos. Hay mucho más.

Orwell decidió en 1943 que escribiría esta novela que en principio debía llamarse "The last man in Europe", título, por cierto, de la novela publicada en 2017 por el australiano Dennis Glover en la Cual recrea los últimos días de Orwell así como el proceso de escritura de 1984.

En 1944, tres años antes de terminar 1984 y cinco años antes de su publicación, George Orwell escribió una carta a un lector suyo, Noel Willmett, detallando la tesis de su gran novela. La carta advierte sobre el surgimiento de políticas de estado totalitarias, que «dirán que dos y dos son cinco». Quizás en esta carta esté el germen de lo que llegó a ser la novela.

Para Noel Willmett - 18 de mayo de 1944

10a Mortimer Crescent NW 6

Estimado SR. Willmett:


Muchas gracias por su carta. Usted pregunta si el totalitarismo, el culto al líder, etc., están realmente en auge en tanto aparentemente esto mismo no suceda en ese país y en Estados Unidos.


Debo decir que creo, o temo, que tomando al mundo como un todo, estas cosas van en incremento. Hitler, sin duda, pronto desaparecerá, pero sólo a expensas de fortalecer a (1) Stalin, (2), los multimillonarios anglo-americanos y (3) toda suerte de pequeños führers del tipo de de Gaulle. Todos los movimientos nacionales, en todos lados, incluso aquellos nacidos como resistencia a la dominación alemana, parecen adoptar formas no democráticas para agruparse a sí mismos en torno a un führer sobrehumano (Hitler, Stalin, Salazar, Franco, Gandhi, De Valera, sueño todos ejemplos varios) y sean la teoría de que el fin justifica los medios. En todas partes del mundo los movimientos parecen ir en la dirección de las economías centralizadas que pueden “funcionar” en un sentido económico pero no están organizadas democráticamente, mismas que tienden a establecer un sistema de castas. Con esto vienen los horrores del nacionalismo emocional y una tendencia a descreer de la existencia de la verdad objetiva, puesto que todos los hechos deben encajar con las palabras y las profecías de algún führer infalible. En cierto sentido la historia ya dejó de existir: por ejemplo, ya no hay tal cosa como una historia de nuestro tiempo que pueda ser universalmente aceptada, y las ciencias exactas se encuentran amenazadas en tanto la necesidad militar deja de mantener a la gente a raya . Hitler puede decir que los judíos empezaron la guerra y, si sobrevive, esto se convertirá en la historia oficial. No puede decir que dos y dos son cinco porque, en la práctica, digamos, en balística, dos y dos deben ser cuatro. Pero si sobreviene el tipo de mundo que temo, un mundo donde dos o tres súper-estados sean incapaces de conquistarse el uno al otro, dos y dos podrían ser cinco si el führer así lo desea [1]. Esa, tanto como entiendo, es la dirección en la que nos estamos moviendo actualmente, aunque, claro, el proceso es reversible.


En cuanto a la inmunidad comparativa de Gran Bretaña y Estados Unidos, pese a lo que los pacifistas, etc., quizá digan, aún no nos hemos vuelto totalitarios, y esto es un síntoma sumamente esperanzador. Creo muy profundamente, como explicó en mi libro El león y el unicornio, en el pueblo inglés y su capacidad para centralizar su economía sin destruir la libertad en el proceso. Pero debemos recordar que Gran Bretaña y Estados Unidos no lo han intentado realmente, no han conocido la derrota o el sufrimiento severo, y hay algunos malos síntomas en el momento de hacer el balance de los buenos. Para empezar, hay una indiferencia general en el declive de la democracia. ¿Se ha dado cuenta, por ejemplo, de que nadie en Inglaterra de menos de 26 años ha votado y que según se puede entender la gran masa de población de esa edad no les importa esto? En segundo lugar está el hecho de que los intelectuales son más totalitarios al juzgar a la gente común. En términos generales la intelligentsia inglesa se ha opuesto a Hitler, pero solo a cambio de aceptar a Stalin. Muchos de ellos están perfectamente listos para los métodos dictatoriales, la policía secreta, la falsificación sistemática de la historia [2], etc., en tanto sienten que todo esto está de “nuestro” lado. De hecho, la afirmación de que en Inglaterra no tenemos un movimiento fascista significa que los jóvenes, en este momento, buscan su führer donde sea. No podemos estar seguros de que eso no va a cambiar, tampoco de que el común de la población no piense dentro de diez años como ahora piensan los intelectuales. Espero [3] que no, incluso confío en que no, pero si pasa, será a expensas de una lucha. Si simplemente se proclama que todo esto es por el bien y no reconoce los síntomas siniestros, solo se ayuda a acostar el totalitarismo.


Usted también pregunta: si pienso que el mundo tiende hacia el fascismo, ¿por qué no apoyo la guerra? Es una elección entre demonios —me imagino que todas las guerras lo son. Sé lo suficiente sobre el imperialismo británico como para que no me guste, pero lo apoyaría frente al nazismo o al imperialismo japonés como el menos malévolo. Del mismo modo, apoyaría a la URSS frente a Alemania porque pienso que la URSS no puede escapar completamente del pasado y conserva suficiente de las ideas originales de la Revolución para hacer de ello un fenómeno mucho más esperanzador que la Alemania nazi. Pienso y he pensado desde que la guerra comenzó, ahí por 1936, que nuestra causa es la mejor, pero tenemos que empeñarnos en hacerla la mejor, lo que implica crítica constante.

Suyo sinceramente, 

                                  Geo. Orwell


El peor sueño de George Orwell se ha vuelto finalmente realidad. Un Gran Hermano ha logrado el poder y vigila nuestras acciones diarias desde la oscuridad, nos controla constantemente. Quizás ha necesitado unos años más de los que teorizó Orwell en su novela 1984, pero por fin ha logrado encontrar el control de nuestra libertad. Y ese cerebro en la oscuridad no ha dejado fuera de su red la que fue la casa del escritor, en Islington, en el norte de Londres. En esa calle que erl vio nacer, hay nada menos que instaladas 32 cámaras de vigilancia.