Antoni Puigverd explica que ha leído como él mismo dice, con rabia y placer Kennedyana, la obra póstuma de Vicenç Pagès Jordà, que murió este verano, a los 59 años, justo después de corregirla. El asesinato de John Fitzgerald Kennedy (JFK) y las teorías complotistas que suscitó el magnicidio de Dallas le habían interesado siempre y habla ya de ello en El mundo de Horacio, una novela desbordante. Pero en Kennedyana esta manía aparece maravillosamente desplegada y ordenada como un todo orgánico. La tragedia de los Kennedy encarna el relato fundacional del mundo de hoy. Pone al día las tragedias de Shakespeare, la ambición de la familia Borja, la mitología de Camelot. La tragedia de los Kennedy es nuestra guerra de Troya. Según Pagès, la formidable suma de azares que contiene esta historia es obra de un Guionista insuperable que nos hace ver al mundo como un relato delirante en el que la verdad queda sepultada por el exceso de información.
Kennedyana es una fascinante mezcla de ensayo y novela que explora las infinitas ramificaciones del caso Kennedy, empezando por las prodigiosas tramas familiares. Tramas de color rosa. La glamorosa Jackie; los saltos que le daba su marido: Marilyn y compañía; la aparición del millonario Onassis y el trío que conforman con la desgraciada diva Maria Callas: de la mano con la prensa escandalosa, el rosa se va volviendo amarillo.
Tramas de violencia y poder: de la emigración irlandesa a la mafia italiana, de Hollywood a la Casa blanca, de la lucha racial en los negocios ilegales. Tramas funerales capicuadas: el hermano mayor, fallecido en accidente de aviación; los hermanos de en medio, John y Robert, asesinados en la calle; un sobrino, fallecido en accidente de aviación. La trama paralela de la familia de Oswald, el presunto asesino, casado con una rusa en plena guerra fría con riesgo nuclear, que JFK evita por los pelos. Sin olvidar las tramas políticas: las pruebas desaparecidas del asesinato, el papel de la CIA y el FBI, el nuevo presidente, Johnson, y la guerra de Vietnam, la teoría del complot interno.
La tragedia de los Kennedy ha suscitado tan gigantesca información (cientos de libros, reportajes, filmes, documentales) que hace imposible saber qué pasó. Por eso, según Pagès, inaugura el presente: ahora tenemos más información que nunca, pero no hay forma de conocer la verdad. Ese magnicidio en Dallas inauguraba la confusión contemporánea. También la política cambió radicalmente con los Kennedy: el atractivo de JFK y de Jackie (presentados ya desde el primer momento como una pareja de cine) desató una excepcional simpatía (niños jugando en el despacho oval, juventud y belleza, liderazgo cosmopolita) , pero también, a continuación, una marea antipática: Onassis, amantes y mentiras, desgracias y miserias privadas, material de ácido chisme público. El cóctel de glamour y bilis, de azúcar y crueldad mediática, tan típico de nuestro tiempo, nace de las cenizas del mito kennedyano.
El libro es apasionante, escrito de forma fría, limpia, racional, lúcida, irónica, divertida y distante, como solía escribir el gran Vicenç Pagès. ¡Qué rabia que me ha hecho leerlo con tanto placer! Rabia de leerlo cuando él ya está muerto y de saber que es su último libro. ¡Podía escribir aún tantos brillantes! Rabia porque él ya no podrá ver el reconocimiento que tendrá, confío en que de alcance internacional.
Leyendo a Kennedyana se entiende por qué la posverdad define nuestra época. La tragedia de JFK inauguró el caos de sentido del mundo contemporáneo. Empachados de información, no nos creemos nada y sospechamos de todo.
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