De esta forma, la información que recibimos ya no es lluvia fina, sino un tsunami que se desborda y nos desborda. Tres ex periodistas de Político (Jim VandeHei, Mike Allen y Roy Schwartz) decidieron hace siete años crear un servicio de noticias que debía ser un híbrido entre The Economist y Twitter, cuyos textos no superaran las 300 palabras, que les ha hecho millonarios después de venderlo por 500 millones de euros.
Leo en la vanguardia que sus creadores han publicado un libro en inglés Smart Brevity (Brevedad inteligente), donde extreman su método, al que denominan Axios, bajo una consigna: “Todo lo que vale la pena comunicar se puede decir en seis palabras”. Todo lo que merece comunicarse puede decirse en seis palabras, según el método Axios. Se trata de aliviar al lector y reducir a la esencia las informaciones. ¿Cómo? Escribiendo lo que esperas que el usuario recuerde en menos de una docena de palabras. Tanto si es una declaración como un dato. Y deben eliminarse palabras estériles o adjetivos sobrantes. Es la cultura pasada por la licuadora.
No deja de ser una paradoja que en un mundo cada vez más complejo avance la estrategia de reducir los mensajes a la mínima expresión. La Humanidad habrá pasado en 2.300 años de la Biblioteca de Alejandría al imperio de los clickbaits de pocas palabras. Son los nuevos signos de los tiempos, y ahora sólo nos va a quedar esperar el fin de la vida inteligente comiendo palomitas, como las del abogado Gonzalo Boyé.
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