Puede imaginarse el estado de excitación del pasado lunes en la redacción de La Vanguardia cuando los compañeros de la sección de Internacional comentaban que un alto mando militar estadounidense no descartaba que los objetos volantes abatidos en Norteamérica podían pertenecer en extraterrestres. Era un disparate. Pero es cierto que primero nadie creyó que la pandemia que nos llegaba de China acabaría teniendo unas consecuencias humanas y económicas tan terribles, y tampoco nadie daba crédito a que en pleno siglo XXI Rusia pudiera invadir Ucrania, y hoy no sólo lo ha hecho, sino que estamos amenazados por una tercera guerra mundial. ¿Qué más puede pasarnos? ¿Es posible que ahora nos invadan los marcianos?. Glen VanHerck, jefe del Comando de Defensa Aeroespacial de Norteamérica (Norad), no tuvo el lunes su mejor día. Cuando algún despierto periodista le preguntó en conferencia de prensa oficial si los objetos abatidos por cazas de su ejército podían llevar extraterrestres, su respuesta fue un clickbait de libro: “Dejaré que la comunidad de inteligencia lo averigüe. No descarto nada”. Otros jefes militares sí lo descartaron, pero la frase de VanHerck ya corría al cabo de unos minutos por todas las ediciones digitales, radios y televisiones del mundo. ¡Llegan los marcianos!
Hoy dormiremos mucho más tranquilos y nos preocuparemos de los problemas reales, de los de verdad. Y aquí emerge con fuerza lo que ronda por la cabeza de Vladimir Putin. Los servicios secretos de Noruega aseguran que Rusia pasea estos días en barcos cargados con misiles por el mar Báltico, algo que no ocurría desde la guerra fría. La reacción de la OTAN, a su vez, es acelerar la ayuda a Ucrania, y España decidió ayer enviar un destacamento de misiles a Estonia para proteger la defensa antiaérea de esa zona de Europa.
Está claro que, más que preocuparse por lo que pueda venir de otros planetas, toca estar muy pendiente de lo que sucede en la Tierra. Todo es muy frágil.
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