¿Qué piensan de todo esto los propios robots? Preguntado directamente sobre la cuestión, ChatGPT considera que, por un lado, la inteligencia artificial puede ser de gran ayuda –mediante el análisis de grandes cantidades de datos e información– para fundamentar las decisiones políticas. Pero advierte asimismo de sus peligros: “La IA también tiene el potencial de socavar la democracia si no se regula adecuadamente y se utiliza de forma ética. Por ejemplo, la IA se puede utilizar para manipular a la opinión pública, suprimir las voces disidentes y socavar la privacidad y las libertades civiles”.
ChatGPT parece, por ahora, aferrado a los principios democráticos. Y no cree que la IA pueda llegar a sustituir a los políticos: “No tiene la capacidad de empatía, creatividad y juicio moral que son fundamentales para tomar decisiones políticas y éticas complejas”. "La idea de que los sistemas de IA podrían tomar decisiones en nombre de los ciudadanos, sin ninguna supervisión o responsabilidad humana significativa, socavaría los fundamentos de la gobernabilidad democrática", añade.
¿Pero hasta dónde llegan las convicciones de un chatbot que reconoce “no tener creencias u opiniones personales”? No lejos. Todo depende de quien esté detrás de la programación. "Si estuviera programado con otra orientación ideológica -admite-, sería capaz de generar respuestas consistentes con esta ideología". No hay más preguntas, señoría".
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