Arranca la Semana Santa, y lo hace viralizando un vídeo de la Virgen del Rocío ardiendo durante la procesión en la localidad malagueña de Vélez-Málaga. Dos devotos sufrieron quemaduras en las manos al intentar sofocar las llamas antes de que llegaran los extintores. La idea de una imagen de Semana Santa ardiendo es en sí misma pavorosa. Lo es, al menos, en un sentido conceptual, porque la devoción por la imaginería religiosa es lo que conocemos como idolatría, adoración por los iconos.
La Iglesia católica prohíbe la idolatría, por eso inventó la iconodulia, que es una idolatría profiláctica con la que Roma permitió a los suyos adorar imágenes, siempre que no pasaran de considerarlas una mera representación de lo divino y no divinas en sí mismas. Eso explica nuestra fascinación por secuencias como la de ayer en Vélez-Málaga, donde el arrebato de la procesión se cruza con la pasión destructiva del fuego.
Ese pecado lo cometió el guionista de Misión Imposible II, Robert Towne, que trajo a España a su protagonista, Ethan Hunt (Tom Cruise), para asistir a una fiesta que era la Semana Santa sevillana con cremà y falleras valencianas. Recibió muchos reproches y burlas, tal vez por no admitir que en su herejía había sintetizado nuestras volubles pasiones, que acabaron en Vélez-Málaga en una secuencia de justicia poética.
No hay comentarios:
Publicar un comentario