Biourban es el nombre de un dispositivo en forma de antena que absorbe gases de efecto invernadero a través de un filtro hecho de microalgas. Las soluciones basadas en la naturaleza y la tecnología se aúnan para combatir la contaminación de la atmósfera. Si a día de hoy el mundo aún no se está descarbonizando (en términos absolutos), esto significa que, más temprano que tarde, habrá que redoblar los esfuerzos que impidan que la temperatura global del planeta se eleve por encima de los 1.5ºC en este siglo, con respecto a niveles preindustriales, la meta marcada en el Acuerdo de París. La tarea tiene que empezar hoy mismo, según coinciden los expertos en cambio climático, porque de la reducción de emisiones que se produzca de aquí a 2030 depende la posibilidad de acercarse al objetivo de la neutralidad en carbono en 2050. De ahí el impulso que parecen haber cobrado las soluciones basadas en la naturaleza y las exploraciones tecnológicas que permiten reducir el CO2 presente en la atmósfera, en esta etapa de la lucha contra el calentamiento global.
«Se trata de imitar y potenciar lo que de por sí hacen los bosques, las marismas, los manglares y las praderas submarinas»
En efecto, en esta misión acelerada, la captura de carbono es una de las principales herramientas de las que ya se dispone, porque la naturaleza nos ha enseñado que los ecosistemas sanos absorben CO2 y que, en cualquier caso, la regeneración de la biodiversidad da excelentes resultados.
Se trata, pues, de imitar y potenciar lo que hacen naturalmente los bosques, las marismas, los manglares y las praderas submarinas. Justamente, en esta trayectoria se inscribe una innovación tecnológica que combina diseño y fotosíntesis: el Biourban, una especie de árbol artificial de potencia multiplicada por la acción de microalgas.
«Biourban es una innovación tecnológica que combina diseño y fotosíntesis, en una especie de árbol artificial de potencia multiplicada por la acción de microalgas»
Este dispositivo que nació de la imaginación del joven inventor mexicano Carlos Monroy – biólogo especializado en algas– ya captura carbono de diversos entornos, entre ellos, una planta industrial dedicada a la fabricación de cerveza, en el país norteamericano.
Sus probados efectos se valoran en el resto del mundo y, sin ir más lejos, en España lo comercializa Climate Trade (market place para la compensación de créditos de carbono), con sede en Valencia.
Las torres –que pueden parecer una antena– incluyen un recipiente expuesto a la luz solar, y provisto de un tanque, que brinda la humedad suficiente como para que las microalgas mantengan estable su trabajo de fotosíntesis. Esta humedad está controlada, al igual que todos los nutrientes con que deben contar las algas para cumplir su función biológica y, por ello, el Biourban requiere de mantenimiento continuado, en ventanas temporales que van de los tres a los seis meses.
Su funcionamiento es circular, ya que las algas convierten el CO2 en oxígeno y, a su vez, dejan residuos que pueden transformarse en biomasa, para compost o biocombustibles.
Quizá por tan eficiente aprovechamiento de casi todos sus componentes, el prototipo de Biourban resultó reconocido, en 2015, en una competición de startups del prestigioso Massachussetts Institute of Technology (MIT).
Con algas y hongos convertidos en insustituibles aliados del ser humano en lucha contra el cambio climático, lo que queda es seguir corrigiendo la huella de carbono, e ir difuminándola. Con este fin, para que la huella ambiental sea auténticamente neutra (sin el saldo de desperdicios contaminantes), estos árboles artificiales llamados Biourban empiezan ahora a fabricarse en bambú, según informa Ana Karen.
Por lo demás, la directiva anuncia: “Junto a la solución del árbol, queremos traer a Europa una adaptación de Biourban a la esfera de la industria, con el mismo funcionamiento, para instalar depuradores de aire industriales en refinerías y otros sectores contaminantes”.
Y entre las opciones para rentabilizar los costes de producción, instalación y mantenimiento, la empresa que los instala considera la opción de ofrecer estas torres a ayuntamientos y empresas privadas, con la posibilidad de instalar en ellas tecnología digital de recolección de datos o antenas WIFI, e inclusive utilizarlas para dar visibilidad a paneles informativos o publicitarios.
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