“España es racista”. Un trending topic que va camino de los juzgados de la mano del polémico Vinicius. El perfil de quien dicta la sentencia invita a cuestionar su autoridad y ser comprensivo con quien aligera la acusación. La tentación es grande. El delantero del Real Madrid es protagonista en el campo y, provocador, busca protagonismo en la grada. Que lo sea como diana de gritos de “mono, mono” no es tolerable. Que las redes justifiquen el fascismo, el racismo y la violencia, menos.

Twitter es la peor taberna pero también la mejor hemeroteca exprés. En 1998 en el Camp Nou se llamaba “macaco” a Roberto Carlos, que bautizaba Barcelona como la “ciudad más racista de España”. En el 2005, Samuel Eto’o celebraba los goles con la camiseta del Barça imitando un mono: “Me llama mono alguien que paga su entrada para ver al mono, así que lo imito porque es lo que han venido a ver”.

Amparados por el antiguo anonimato de las gradas gritar “mono” a un jugador negro se digería como un desahogo que iba seguido de la fascinación. “Me gritan mono y luego te piden una foto…”. En el 2014, a Dani Alves le lanzan un plátano. Se lo come. Eto’o le muestra apoyo posando con un plátano y su Ferrari: “Soy un mono”. Ese año, el Bernabeu se cierra parcialmente por los gritos racistas en un Real Madrid-Bayern. Aparecieron aguiluchos y esvásticas en la grada… Suma y sigue...

Los estadios de fútbol han sido terreno de impunidad para grupos ultras que no entienden de convivencia, sino de violencia. Los Ultra Sur y los Boixos Nois fueron oficialmente exterminados, pero cuando la grada de Mestalla se suma al coro del “mono, mono” evidencia que el problema persiste y está fuera del campo. 

La proliferación de cámaras ayuda a identificar y expulsar a quien insulta y limpiar conciencias. Los juzgados aumentarán el castigo. Vinicius, como Eto’o, puede escapar con su lujosa colección de coches; los que sufren el racismo para acceder a un empleo digno, en el colegio o para alquilar un piso, no.

Vinicius puede escapar en su coche de lujo; quien sufre el racismo en el trabajo, en la calle o para alquilar un piso, no. En las instituciones han aterrizado homófobos, racistas, antifeministas... De la mano de Vox, ocupan cargos quienes vinculan inmigración y delincuencia: “Unos les abren las puertas, otros los financian y el pueblo los sufre”, escribía Santiago Abascal en enero. Si el racismo es “un problema” de LaLiga, lo es más en la calle.

No es antimadridismo, sino una lacra que hay que exterminar. Vinicius está lejos de la ejemplaridad y los valores que se pretende atribuir a los ídolos de masas. De eso solo se pueden ocupar él y su club. Lo otro es cosa de todos. - Isabel Garcia Pagan.