DEMASIADO PRONTO PARA SABERLO



Cuenta la leyenda que en 1972 le preguntaron a Zhou Enlai, número dos del régimen comunista chino, qué opinaba de la Revolución Francesa y este respondió: “Es demasiado pronto para saberlo”. En realidad le preguntaron sobre los acontecimientos de Mayo de 1968 en París, de los que apenas habían transcurrido cuatro años. El malentendido se produjo durante una conversación con diplomáticos norteamericanos durante la célebre visita del presidente Richard Nixon a Pekín en febrero de aquel año. Alguien se refirió a la revuelta estudiantil parisina como la “revolución francesa” y la respuesta de Zhou Enlai, descendiente de una familia de funcionarios imperiales, un hombre que atravesó todas las etapas del maoísmo sin perder nunca el poder, quedó inscrita como una prueba más de la milenaria prudencia china.

¿Qué significado y alcance tiene lo que acaba de ocurrir en Rusia? “Es demasiado pronto para saberlo”, podríamos responder a coro, emulando al sobrio mandarín que protegió al reformista Deng Xiaoping cuando los jóvenes guardias rojos estaban a punto de liquidarle.

Todavía no existe una información exacta de lo ocurrido el pasado fin de semana en Rusia y de los motivos por los cuales Yevgueni Prigozhin, un antiguo delincuente que controla -controlaba- el mayor ejército privado del mundo, detuvo la marcha de la Brigada Wagner hacia Moscú cuando la columna militar, de tres kilómetros,  avanzaba sin encontrar grandes resistencias. No sabemos con exactitud si hemos asistido a un serio intento de golpe, paralizado en el último minuto por alguna fracción del Kremlin, o si lo ocurrido el sábado fue, simplemente, la reacción desesperada de un gangster al que le iban a retirar el control de las fuerzas mercenarias tras haber desafiado al alto mando militar ruso. 

El presidente ruso, Vladímir Putin, reapareció este lunes por la noche con un discurso en televisión en el que ofreció a los mercenarios de Wagner integrarse en el ejército o exiliarse en Bielorrusia. Y calificó de traidor a Prigozhin. Este a su vez hizo saber a través de un vídeo que su propósito no era derrocar a Putin. Podríamos decir que la vida de Prigozhin no está garantizada.

No será fácil reconstruir lo ocurrido. Por lo tanto hemos de reconocer que estamos en un teatro de sombras. Podríamos estar en vísperas del inicio de una guerra civil en Rusia, como apuntaba Xavier Mas de Xaxás, el domingo en La Vanguardia, o ante un incógnito episodio de una larga guerra civil que comenzó hace años, con el declive soviético, y que se va desarrollando de manera intermitente, como señalaba la veterana corresponsal del diario El País en Moscú, Pilar Bonet. Sea como fuere, la autoridad de Vladímir Putin sale debilitada de este episodio. Y los jefes débiles no suelen durar mucho en el país más grande de la tierra, con 20.241 kilómetros de frontera terrestre. Recomiendo vivamente visionar estos días la extraordinaria película rodada en dos partes por Serguéi Einsestein en los años treinta y cuarenta del siglo pasado sobre el zar Iván el Terrible. En ese díptico está todo, incluido el primer cuerpo de mercenarios al servicio del zar, los oprichnik  - Enric Juliana.

Alejandro III afirmó que “Rusia sólo tiene dos aliados: su ejército y su armada”. Actualmente, a estos dos aliados se puede unir un tercero: los hidrocarburos. Y este es el ,mejor activo de Putin. Es por eso que todas las opiniones que desde Europa se puedan dar de lo que pueda suceder, hay que cogerlas con pinzas. Aún es demasiado pronto para saber, no lo que pasó., sino lo que pasará a partir de ahora. Si no lo saben ni en la revolucionada y compleja Rusia, como vamos a saberlo desde la simple y decadente Europa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario