EL UNIVERSO Y LOS DOS HOMEROS

Siempre he pensado que nuestra especie no merece un final digno como tal, nada grandilocuente como luchar contra alienígenas que quieren destruirnos, o contra fenómenos naturales como tsunamis, grandes terremotos o apocalipsis por el estilo que cada dos por tres nos anuncian el fin del mundo. Sin ir más lejos tenemos ahora la amenaza de la emergencia climática, que ya la conocíamos, pero a los grandes dirigentes de la humanidad les ha dado para reunirse en Madrid a hablar, para no solucionar nada, ni para decidir aplicar alguna solución eficaz para reducir el CO2.

No deja de ser curioso que ahora hablen de forma grandilocuente de emergencia climática y las pocas soluciones que pretenden aplicar tengan el horizonte del 2050. Eso si realmente llegan a ponerlas en marcha, al fin y al cabo, China, EEUU Rusia, Reino Unido o Brasil, que son los que más contaminan, no han participado en el COP25 de Madrid.

El fin perfecto de la humanidad habría sido el que preveían los científicos Walter Wagner y Luis Sancho norteamericano el primero y español el segundo, que decían que la puesta en marcha del 'Gran Colisionador de Hadrones CERN' en (Suiza) tenía un 75% de posibilidades de generar un agujero negro que se tragaría la tierra entera. El aparato éste, es como una tuneladora de éstas del metro de Barcelona, pero a lo bestia, muy a lo bestia. Yo no entiendo de todas estas cosas y supongo que este par de científicos lo decían de buena fe, pues si hubiera sucedido sólo les serviría para decir a última hora, ¡ya lo decíamos!, pero al no ser así se diría que han quedado ligeramente desacreditados por una buena temporada. Y es que el acelerador lleva ya tiempo funcionando y de momento no ha pasado nada, ni se prevé que ocurra, aparte de costar unos dos mil millones de euros.
De hecho, sería el final perfecto y lo que se merecería una especie tan miserable y dañina como la nuestra, unos especímenes que quieren jugar a ser dios, que se creen los dueños del universo y en un acto de suprema inconsciencia lograran que se les trague para siempre su propia obra, a ellos y al resto del planeta. Sería como una especie de No creación o de un big bang a la inversa, un digno final para unos indignos.
Pero no desfallezcamos que todavía hay un sitio para la esperanza: Están diseñando el futuro colisionador circular de CERN, un documento con las diferentes opciones para construir este gigantesco acelerador de partículas en la frontera franco-suiza. La idea es que sea un anillo de 100 kilómetros y que opere en energías de hasta 100 TeV, mucho más que los 27 km y los 14 TeV del actual LHC. Quizás éste cuando esté terminado y en funcionamiento si que nos tragará del todo.
Si me dejaran elegir, este sería el final que escogería por los homínidos, desaparecer sin dejar el más mínimo rastro, como si nunca hubiéramos existido, no quedaría absolutamente nada de nuestro mazazo por ahí abajo, solo las ondas esparcidas por el espacio que hemos ido tirando durante años y que en el supuesto de que alguien las captas les llevarían a ninguna parte. Sólo pediría como último deseo, escuchar a las Valquirias de Wagner en el momento final de la desaparición total, lástima que no pudiera filmarlo Francis Ford Coppola.
El e-coli o un microbio así también estaría bien(*), cuanto más pequeño mejor, pero el problema es que esto dejaría rastro y la gracia del agujero negro es que no dejaría ninguna, como si nunca hubiéramos existido, y, como diría José Saramago: el Universo nunca sabría que Homero escribió la Ilíada y otro Homero, más importante aún que el otro, el Simpson, trabajaba en una Central Nuclear en Springfield.

(*) Este escrito es prepandémico (Agosto 2019), pero la pandemia estuvo a punto de darle la razón. Esta vez la naturaleza no fue suficientemente efectiva, pero seguro que no desfallecerá. La naturaleza no tiene un objetivo particular, sino un objetivo universal. Soñamos con viajar por el universo, pero el universo está dentro de nosotros. Dentro de cada uno de nosotros.

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