En Francia los disturbios van de baja, pero no por el mérito que puedan tener en ello las fuerzas de la ley y el orden. Buena parte de la calma llega gracias a la parte contratante de la primera parte contraria al orden, o sea, los traficantes de droga, que han pedido a los sublevados que vuelvan a casa y se porten bien porque con alborotos como los que montan en las calles no hay forma de trabajar. El aumento de presencia de policía en la vía pública hace muy difícil distribuir droga con la tranquilidad que este tipo de negocio necesita. Con agentes por todas partes es difícil poder quedar en los lugares de encuentro habituales y, además, muchos clientes se asustan y dejan de hacer pedidos.  Frédéric Ploquin, autor de libros sobre las bandas de narcos francesas lo explica en pocas palabras: “Básicamente, los traficantes de estupefacientes son gente pragmática. Son comerciantes, evidentemente ilegales, pero a pesar de eso, comerciantes. Y como comerciantes que son, no quieren que les rompan los escaparates. Y eso es lo que pasa tras varios días de asonadas: los puntos de tráfico están junto a los edificios de los barrios, los lugares de donde salen los sublevados. Imaginad un súper con obras delante; nadie entra a comprar. Para los narcos es una pérdida de negocios. Y cuando sabes cuáles son las cifras diarias de algunos de esos lugares de tráfico, ves que las pérdidas pueden rápidamente volverse enormes. Además, el stock se acumula”. Todas las escuelas de negocios avisan de la importancia de aplicar al producto un buen stock management.

Sería bueno recordar que las manifestaciones de Mayo del 68, acabaron el 1 de agosto, la gente tenía que irse de vacaciones y los manifestantes airados también, sobre todo después de descubrir que debajo de los adoquines no había ninguna playa. ¡Vaya, vaya!