TIEMPOS DE SEXUALIDAD FLUIDA

La periodista Susana Quadrado comenta en la vanguardia, que a la vuelta de las vacaciones, tuvo una conversación entretenida con una estudiante en prácticas del diario. Dice que le habló muy bien de las compañeras de piso, universitarias, Generación Z. “Cuando alguna oye el ruidito del Satisfyer que sale de una de las habitaciones, ya sabe que no puede entrar hasta que deje de oírlo”, dijo con los ojos brillantes. “¿El ruidito del Satisfyer?”, pregunté apartando la vista del ordenador porque esta semana ha habido pocos momentos interesantes, y éste iba a ser uno. “Sí, sí –precisó ella–. El zumbido que hace el aparato cuando lo utilizas es muy característico, lo reconoces enseguida y no entras en la habitación”. Es decir que, llegado el caso, en este piso de estudiantes tan guay se activa una suerte de código no escrito de convivencia que lleva un manual de autosatisfacción femenina incorporado. Qué bravas, estas chicas, a las que no les asusta hablar de su placer ni de sus necesidades sexuales.

Dije en broma yo que este tipo de situaciones íntimas “momento Satisfyer” darían materia para un discurso de las feministas. “Si se entera Montero le envía un pastel para su cumpleaños, jajaja. ¡Para qué necesitamos los hombres!”.

Debo confesar que a medida que avanzaba la conversación con la joven colega periodista, servidora se fue sintiendo cada vez más momia Ötzi. Porque, no sé demasiado cómo, pasamos del juguete sexual a la tendencia a la bisexualidad entre chicas que en junio han constatado varios estudios. Uno, de local, del Ayuntamiento de Barcelona, y otro internacional. Éste último se publicó en The Journal of Sex Research y revela que un 9,3% de la población se declara abiertamente bisexual, tres veces más que hace 30 años. Este fenómeno sociológico ocurre sobre todo entre las mujeres, concretamente de 14 a 25 años.

La naturalidad con la que la universitaria lo contaba ante mi perplejidad me pareció estupenda, casi pedagógica. Ahora no importa el sexo, importa "la persona", sea hombre o mujer. “Indagas, experimentas”. Hay conexión emocional, atracción física... A esto, en estos tiempos líquidos, se le llama sexualidad fluida.

Reconozco que a los que estamos hechos en la antigua, los heteronormativos, los de carne o pescado, nos cuesta entender este cambio de paradigma en las relaciones sexoafectivas y en la estética del deseo. Así se lo confesé a mi interlocutora quien, sabia, replicó que "el error de mi generación es que creemos que para saber hacia dónde va el mundo miramos a nuestros padres en vez de a nuestras hijas. Y vivimos en la inopia". He aquí la respuesta correcta y la dirección hacia dónde mirar. Hace unos días le decía a Nuri, no entiendo por qué una mujer necesita a un hombre, francamente, si yo fuera mujer de nada necesitaría a un varón.

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