Pedro Sánchez ha sido elegido presidente del Gobierno al filo de las 13,30h. Cómo estaba previsto desde hace unos días: 179 votos a favor, 171 votos en contra, en primera votación. Coalición Canaria, como en su momento adelantó La Vanguardia, se ha sumado al bloque mayoritario, abandonando a Alberto Núñez Feijóo, al que apoyó en su fallida investidura (septiembre) y en la votación de la Mesa del Congreso (agosto). Mayoría absoluta en la primera votación. Es un resultado que ningún demócrata puede cuestionar. Un presidente legítimo. Un Gobierno legítimo. Un Parlamento legítimo.
Mientras Sánchez era ovacionado por los suyos, el líder del principal partido de la oposición se ha aproximado al banco azul para estrechar la mano del reelegido presidente. Ha sido un momento fugaz, eléctrico, de una enorme frialdad en el rostro de ambos, un momento devorado por una nube de fotógrafos. He contemplado la secuencia desde la tribuna de prensa y me ha llamado mucho la atención. Núñez Feijóo buscaba una imagen, una fotografía. Al verlo, el presidente le ha tendido la mano y se han saludado muy brevemente. Después, el propio Núñez Feijóo ha comentado a la prensa que le ha dicho lo siguiente: “Esto es un error y usted será el responsable”. Palabras que los fotógrafos a duras penas han podido oír, puesto que estaban muy ocupados en captar el momento. Imagen y palabra. Palabra e imagen. Palabras inaudibles que deben ser explicadas o intuidas. He ahí un signo de estos días.
Puedo certificar que Núñez Feijóo buscaba una imagen mínimamente amable. Lo he visto en su rostro mientras se acercaba, algo precavido, al banco azul. Una imagen de cortesía, que tenía que justificar con palabras acordes con la dureza política del momento. Creo que ha actuado con inteligencia política. Se ha alejado del cesto de la fruta, ni que sea un paso. Gestualmente ha reconocido a Sánchez como legítimo presidente del Gobierno. En las actuales circunstancias eso es importante.
La fruta se ha convertido estos días en sinónimo de agresividad verbal. La anécdota es conocida. El lunes por la tarde, Isabel Díaz Ayuso llamó “hijo de puta” a Sánchez desde la tribuna de invitados, cuando el candidato socialista se refirió a las pasadas acusaciones de corrupción contra la presidenta de la Comunidad de Madrid y su hermano Tomás, una acusación que surgió del propio PP y que acabó provocando la caída de Pablo Casado en marzo del 2022.
Díaz Ayuso masculló esas palabras, el movimiento de sus labios quedó grabado en un vídeo, y su gabinete de prensa intentó cerrar el tema explicando, irónicamente, que la presidenta madrileña habría dicho “me gusta la fruta”. Después confirmaron que, efectivamente, había dicho “hijo de puta”. Esta mañana ha habido chanzas en la Asamblea de Madrid a propósito de la fruta. Díaz Ayuso ha repetido varias veces que le gusta la fruta. El populismo castizo que gobierna Madrid DF ha lanzado un nuevo producto al mercado de la ira política: “Me gusta la fruta”. Pues bien, lo que ha hecho hoy Núñez Feijóo, tenso, apesadumbrado, reticente, ha sido alejarse del frutero, ni que sea un paso.
¿Va a disminuir la tensión? No. La tensión política se va a mantener alta en ese país en los próximos meses, por dos motivos: ese es el tono de la época y hay tres citas electorales en el horizonte. Antes del verano se celebrarán comicios autonómicos en el País Vasco y Galicia, y también habrá elecciones para la renovación del Parlamento Europeo. Las elecciones vascas y gallegas, que aún no tienen fecha, serán una prueba de carácter parcial, de notable interés político. En Galicia se pondrá a prueba la mayoría absoluta del Partido Popular. En el País Vasco se verá cuál es el grado de apoyo a la coalición de gobierno formada por el Partido Nacionalista Vasco y el Partido Socialista de Euskadi. El sueño del PP en el País Vasco sería conseguir que sus votos fuesen necesarios para la gobernabilidad. Las elecciones europeas sí tienen fecha: 9 de junio del 2024. Serán un examen político general. Una reválida. Un momento para verificar la relación de fuerzas. Con esas tres elecciones en agenda es del todo imposible un relajamiento de la política española. Palabra de Juliana
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