Le respondí: “Este dolor y este sufrimiento acabarán pronto”. Hasta ahora no ha recibido este mensaje y no lo recibirá porque Israel lo ha matado. Israel mató a mi amigo Abdullah Baghdadi. El sentimiento de perder a tus amigos y familiares es insoportable y no puedo describirlo.
No sé por qué alguien como Abood, una persona muy pacífica y luchadora, fue asesinado por Israel. Se graduó en odontología hace sólo unos meses. Aún recuerdo su amplia sonrisa en el escenario de la graduación. Aún recuerdo a su madre abrazándolo con fuerza y diciendo: “Mi hijo es médico”. Estudiar medicina en Gaza no es nada fácil, ya que la familia ha de soportar una gran carga económica, pero a los padres de Abdullah sólo les importaba ver a su hijo con la bata de médico y sentirse orgullosos de él. Israel acabó con el sueño de los padres de Abood.
Vivimos en medio de una pesadilla con los ojos bien abiertos mientras Israel lanza bombas por toda Gaza y destruye bloques enteros de casas y mata a cientos de personas en cada ataque. [El 45% de las viviendas ha sido destruida o dañada y la cifra de muertos asciende a día de hoy al menos a 11.078, según datos de la ONU facilitados por Hamás].
Ahora estoy viviendo en un piso con 39 personas. ¿Alguien puede imaginarse esto? ¿Alguien puede imaginar cómo transcurre nuestra vida en estos momentos? Necesito que el mundo sepa que no tenemos agua potable: estamos bebiendo agua salada.
Israel ataca panaderías y depósitos de agua, entre otros abastecimientos esenciales, lo que está provocando el sufrimiento de 2,3 millones de personas en la Franja de Gaza. Moriremos de hambre y deshidratación si no morimos bajo las bombas.
Antes nos preocupaba que Israel matara a nuestros seres queridos, nos matara a nosotros o destruyera nuestras casas al día siguiente. Ahora nos preocupa que llegue el siguiente día y no tengamos qué comer. Todas las panaderías de la ciudad de Gaza están cerradas. Dependemos de una comida al día.
Morimos en silencio. Si estás herido, no puedes llamar a una ambulancia para que te socorra, y si tienes suerte y sigues vivo bajo los escombros, no puedes llamar a Defensa Civil, así que te espera una muerte bajo los escombros, asfixiado y con dolor.
Ayer hablé con un amigo y me dijo que lo único que espera si Israel bombardea su casa es que toda su familia muera. No quiere seguir vivo para no sufrir por la pérdida de sus seres queridos, y no quiere quedar bajo los escombros y morir lentamente. Él y su familia rezan para morir todos juntos a la vez.
Al despertarme cada mañana, me digo a mí mismo que tal vez hoy la guerra llegue a su fin y cesen los bombardeos. Sin embargo, aún no ha llegado ese día.
En la ciudad de Gaza, decenas de miles de personas han decidido no abandonar la ciudad, negándose a soportar una segunda Nakba. Abandonados por el mundo, estamos encarando una catástrofe, matanzas, sufrimiento, sed y hambre bajo las fuerzas de ocupación israelíes.
Sin embargo, en medio de las diversas formas de muerte en Gaza, persistimos en nuestros esfuerzos por vivir y soñar. Siempre hemos tenido sueños y seguimos decididos a llevarlos a cabo.
Escribí esta historia con la esperanza de poder transmitir algo sobre el sufrimiento de mi pueblo. Tal vez encuentre a alguien que lea la historia y la comparta. Estoy acostumbrado a escribir las historias de otros, pero nunca imaginé que algún día escribiría mi propia historia.
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