A lo largo de los años, un servidor ha reescrito un montón de cuentos populares (incluidos algunos navideños) para adaptarlos al mundo actual, explica Monzó en su artículo de la vanguardia. Por eso no puedo sino acoger con alegría la noticia de que el belén viviente de Vilavenut tendrá este año dos madres de Dios en vez de una. Ese bonito pueblo del Pla de l’Estany tiene como costumbre que cada Navidad participe una pareja que haya tenido recientemente un hijo. Lo habitual es que el padre se vista de san José, la madre de Virgen María y el niño pues, eso, de niño Jesús. Pero como en este caso hay dos progenitoras, ambas irán vestidas de madres de Dios.
Los organizadores lo explican: “Sabemos que no es la típica tradición, pero en un belén hay muchas cosas que no son de la época. Nos ha parecido que nos tenemos que adaptar y mostrar la realidad de la sociedad actual”. Dejan­ claro que, detrás de esa iniciativa, no hay ninguna motivación reivindicativa, ni voluntad de atraer más visitantes. En El Punt Avui, una de las madres detalla: “Quizá si alguien viene de fuera se extrañará al vernos, pero los del pueblo no lo creo; nos conocen de siempre. No me quería disfrazar ni veía lógico dar teta vestida de san José”.
Es una noticia que me hace feliz porque satisface alguna de mis fantasías literarias. Solo espero que, pronto, en algún otro belén viviente aparezca la Virgen María del cuento “La sangre del mes que viene”, del libro Mil cretinos de Monzó. Esta María recibe la visita del arcángel Gabriel. Tras unas palabras protocolarias –“Dios te ha concedido su gracia, María; el Señor está contigo”– le anuncia: “Dios ha decidido que tendrás un hijo; le llamarás Jesús”. Después de pensárselo un poco, la mujer le contesta que ni hablar: “No estoy de acuerdo. No tendré ese hijo”. Espero con ansia ver, en el próximo belén viviente “adaptado a la sociedad actual”, a la Virgen y a san José de pie junto a una cuna vacía.

No sé, igual con el tiempo me he ablandado, pero esta idea que antes me hubiera parecido genial, por irreverente y reivindicativa, ahora la encuentro fuera de lugar, y poco respetuosa. Una de las cosas que he aprendido en este tiempo de bloguero, es que hay que respetar las costumbres, creencias y tradiciones de los otros, aunque como me decía Carlos en un comentario de hace un tiempo, eso me sucedía porque era incapaz de tener fe, y es cierto, no tengo fe ni creo en Dios ni en Alá ni en nada,ni tan siquiera creo en la especia humana, pero si creo, o he empezado a creer en que hay que respetar las creencias y costumbres de los otros, de todos los otros. Quizás sea el espíritu de la Navidad, en el que tampoco creo, pero sí veo que afecta a muchas personas de buena fe, que igual me haN contagiado parte de la misma. ¡Feliz Navidad!