Las máximas, los axiomas, son, así como los aforismos, obra de las personas inteligentes que han trabajado, según parece, para los espíritus mediocres o perezosos. Consideraba Chamfort que el perezoso y el hombre mediocre se creen dispensados de ir más allá, y dan a la máxima o al aforismo una generalidad que el autor quizás no haya pretendido darle. Pero hay también máximas fácilmente comprensibles que no necesitan de explicación alguna, como los axiomas.:
"Robinson, en su isla, privado de todo y forzado a los más penosos trabajos para asegurar su subsistencia diaria, soporta la vida y hasta saborea, según su confesión, varios momentos de felicidad. Supongamos que está en una isla encantada, provista de cuanto es agradable a la vida: tal vez el ocio le hubiese hecho la existencia insoportable.
En el orden natural, como en el orden social, no hay que querer ser más de lo que se puede.
La estupidez no sería del todo estupidez si no temiese a la inteligencia. El vicio no sería por entero vicio si no odiase a la virtud.
No es cierto (lo que ha dicho Rosseau después de Plutarco) que cuando más se piensa menos se siente; pero es cierto que cuando más se juzga, menos se ama. Pocos hombres os ponen en el caso de hacer excepción a esa regla.
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