Veinte años después, el desasosiego ya no tiene que ver con la autoría de aquello, sino con cuánto caló a la sociedad que la mentira sea, desde entonces, una herramienta política y mediática legítima. Todo el mundo recuerda cómo vivió el 11M. En mi caso, el día 11 de marzo de 2004 estaba almorzando a las ocho de la mañana en Bigues i Riells. Como suele ocurrir en muchos bares a estas horas de la mañana, el televisor estaba puesto en marcha pero sin sonido. En ese caso y día concreto el canal que emitía era el 3/24 de la Corporación Catalana de Radio y Televisión. De repente se cortó la emisión convencional y unas imágenes de un plano de la estación de Atocha y otras zonas de Madrid aparecieron en pantalla con indicativos de explosiones; rápidamente el ama del bar subió el volumen del televisor y todos los que estábamos allí empezaremos a tener conciencia de lo que acababa de suceder. Después del desayuno, subí al coche y al poner en marcha la radio acabé de tener conocimiento de la terrible tragedia que el acto terrorista había causado en el metro de Madrid y del número de víctimas inocentes que ya se vislumbraba, dado que en esa hora suelen abarrotar el transporte público de la capital de España, todos los ciudadanos que se desplazan por diferentes cuestiones.
Al cabo de un rato, hablando con un cliente en Vilanova del Vallès, me comentaba que no tenía claro que la autoría de la masacre fuera obra de ETA: "no es su forma de actuar" me dijo, cada grupo terrorista tiene una manera de hacer, y ésta no es la de ETA, y ojalá no hayan sido ellos –añadió – porque de ser así tenemos Pp para rato.
Mientras comentábamos la cuestión se supo de las declaraciones de Otegi diciendo que no había sido autoría de ETA (mientras le trataba de miserable quien realmente lo era, Angel Acebes), y ya más tarde empezó a tomar cuerpo cada vez con más fuerza la hipótesis de que se trataba de un atentado de Al Qaeda o una franquicia suya. Por la tarde, consulté la última hora en los diarios electrónicos más importantes de Europa y Norteamérica y todos, todos, hablaban ya claramente de un atentado cometido por Al Qaeda. No hace falta recurrir a la versión oficial que seguía empeñando en dar el gobierno de España a través del ministro del Interior Angel Acebes, creo que todos la recordamos perfectamente.
Toda esta previa se para aclarar que aquí fue donde el Partido Popular empezó a perder las elecciones del domingo siguiente con o sin SMS. Esto la gente de la calle no lo sabíamos. Lo que si intuíamos era que no había sido ETA y el Gobierno se empeñó en insistir en lo contrario, pese a la furgoneta, las cintas, los teléfonos y todo.
Éste fue su error. Si José María Aznar hubiera ido a la estación de Atocha esa misma mañana y hubiera asumido y manifestado que la autoría del atentado podía no ser de ETA, sin decir que era obra de Al Qaeda, la reacción de la gente posiblemente hubiera sido otra. Pero esto significaba reconocer el error de habernos metido en una guerra en la que una gran mayoría de ciudadanos no estábamos de acuerdo, y así lo demostraremos claramente manifestándonos en toda España en contra de esta intervención, lo que él despectivamente se limitó a través de su televisión a minimizar la cifra real de asistentes ya decirnos “pancarteros” Y esto es lo que realmente sucedió visto desde la perspectiva de un ciudadano de a pie, aunque hoy en día vamos todavía con ácidos bóricos y otras historias de mal perdedor.
Dentro del desastre que fue este atentado y los 191 muertos físicamente, más los que quedaron por llorar a los seres perdidos; lo único positivo es que este acto terrorista significaba irremediablemente a medio o largo plazo el fin de Eta como banda terrorista. A partir del 11-M ETA ya no tenía ninguna razón de ser (para mí la dejó de tener en 1978 o incluso antes) o mejor dicho, nunca la tuvo, pues no hay ningún ideal ni causa , por justa que sea que para lograrlo necesite asesinar a sangre fría aunque sea a una sola persona. Pero el atentado de Madrid tuvo la capacidad de hacer entender a ETA (o así debería haber sido) que el juego para ellos había terminado, que ya no podían seguir por esa línea, que la coartada que en Hipercor la policía había sido inoperante porque les convenía que el atentado produjera muertes, ahora a pesar de ser seguramente cierta, ya no valía ni para ellos, que ya no pueden seguir matando. El enemigo ahora es invisible, y puede actuar donde, cuándo y como quiera prácticamente con total impunidad, hacer el daño que desee y desaparecer tragado en la nada del anonimato, y ese enemigo sí es complejo e imposible de derrotar . Esto es lo que debe preocuparnos, y el Pp en aquellos momentos y aún en estos momentos, empeñado, empeñado y obcecado con ETA, no quiso, no le convenía o no supo ver cuál era el peligro real y de dónde venía, y así les fue. Pedro Arriola lo tenía muy claro, si ha sido ETA ganamos de calle las elecciones, pero si no ha sido ETA, podemos perderlas.
Veinte años más tarde hay todavía quien duda de la autoría de los hechos, al igual que los culpables por omisión callan y no hablan de ello.... ponemos que hablo del hombre que urdió toda la mentira, José Maria Aznar López, el hombre que se creyó por encima del bien y el mal.... obsesionado con culpar a ETA del atentado, pues sabía lo que se jugaba políticamente. Si que han hablado algunos de los implicados (no del Pp) este documental 11m 20 anys rtve play También Évole toco el el tema ayer en lo de Évole. Y el dia 6 de este més, en Disney plus, emiten una serie sobre el tema: Nos vemos en otra vida, Que trata el caso del niño gitano que llevó a los explosivos en una mochila hasta Madrid, siguiendo las instruccionesa de Trashorras.
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