El laboratorio europeo de física de partículas CERN planea construir un anillo subterráneo de 91 kilómetros de perímetro para albergar el Futuro Colisionador Circular (FCC), el acelerador de partículas más grande y potente del mundo. Si se aprueba su construcción, permitirá estudiar colisiones de partículas con una precisión y un nivel de energía nunca alcanzados antes, lo que podría aportar respuestas a algunos de los misterios no resueltos del Universo, como la naturaleza de la materia oscura y de la energía oscura , o por qué hay más materia que antimateria.
El FCC se ubicará en un túnel a 200 metros de profundidad a caballo entre Francia y Suiza y una parte de su trazado pasará bajo el lago Leman, junto a Ginebra, según las primeras conclusiones del Informe de Viabilidad del FCC que el CERN ha hecho públicas . En su interior circularán dos fas de partículas en direcciones opuestas a velocidades próximas a las de la luz. En cuatro puntos del anillo, se provocarán colisiones frontales entre las partículas guiándolas con imanes.
He recordado las predicciones de dos científicos sobre el efecto del colisionador de Hadrones cuando se puso en marcha el primero en 2008. Habría sido el fin de la humanidad el que preveían los científicos Walter Wagner y Luis Sancho estadounidense el primero y español el segundo, que decían que la puesta en marcha del 'Gran Colisionador de Hadrones CERN' en (Suiza) tenía un 75% de posibilidades de generar un agujero negro que se tragaría la tierra entera. El aparato este, es como una tuneladora de estas del metro de Barcelona, pero a lo bestia, muy a lo bestia. Yo no entiendo de todas estas cosas y supongo que este par de científicos lo decían de buena fe, pues si hubiera sucedido sólo les serviría para decir a última hora, ¡ya lo decíamos!, pero al no ser así se diría que han quedado ligeramente desacreditados por una buena temporada. Y es que el acelerador lleva ya tiempo funcionando y de momento no ha pasado nada, ni se prevé que ocurra, aparte de costar unos dos mil millones de euros.
De hecho sería el final perfecto y lo que se merecería una especie tan miserable y dañina como la nuestra, unos especímenes que quieren jugar a ser dios, que se creen los dueños del universo y en un acto de suprema inconsciencia consiguieran que se les trague para siempre su propia obra, a ellos y al resto del planeta. Sería como una especie de No creación o de un big bang a la inversa, un digno final para unos indignos.
Pero no desfallezcamos que todavía hay un sitio para la esperanza: El futuro colisionador circular de CERN, un documento con las diferentes opciones para construir este gigantesco acelerador de partículas en la frontera franco-suiza. La idea es que sea un anillo de 100 kilómetros y que opere en energías de hasta 100 TeV, mucho más que los 27 km y los 14 TeV del actual LHC. De momento solo es un proyecto pendiente de ser aprobado. Quizás cuando esté terminado y en funcionamiento sí que nos tragará del todo.
Si me dejaran elegir, este sería el final que escogería por los homínidos, desaparecer sin dejar el más mínimo rastro, como si nunca hubiéramos existido, no quedaría absolutamente nada de nuestro mazazo por ahí abajo, sólo las ondas esparcidas por el espacio que hemos ido tirando durante años y que en el supuesto de que alguien las captas les llevarían a ninguna parte. Sólo pediría como último deseo, escuchar a las Walkiries de Wagner en el momento final de la desaparición total, lástima que no pudiera filmarlo Francis Ford Coppola.
El e-coli o un microbio así también estaría bien, cuanto más pequeño mejor, pero el problema es que esto dejaría rastro y la gracia del agujero negro es que no dejaría ninguna, como si nunca hubiéramos existido, y, como diría José Saramago: el Universo nunca sabría que Homero escribió la Ilíada y otro Homero, más importante aún que el otro, el Simpson, trabajaba en una Central en Springfield.
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