HACIA UNA SOCIEDAD NO UTÓPICA

He vuelto a releer Un mundo feliz, la novela de Aldous Huxley, que me anima a entender este mundo globalizado, que sobresale en lo tecnológico, pero carece de valores espirituales. Esta novela tiene el bagaje suficiente para volver a ella, en estos tiempos de crisis mundial. Tal vez deberíamos regresar a una sociedad menos utópica y menos “perfecta”, incluso nada utópica, pero sí y sobre todo más libre, como nos sugiere Nicolás Berdiaeff, en la cita que aparece al inicio de este libro.

"Las utopías parecen mucho más realizables de lo que nadie creía. Y actualmente nos enfrentamos a una pregunta mucho más angustiosa: ¿Cómo podemos evitar su realización definitiva...? Las utopías son realizables. La vida avanza hacia las utopías. Y tal vez esté comenzando un nuevo siglo, un siglo en el que los intelectuales y la clase culta soñarán con formas de evitar las utopías y regresar a una sociedad no utópica, menos "perfecta" y más libre". - Nicolás Berdiaeff.

Ya desde el prólogo se plantea lo siguiente: “Al Salvaje se le ofrecen solo dos alternativas: una vida insensata en Utopía, o la vida de un primitivo en un poblado indio”. Aunque cabe una tercera alternativa: la posibilidad de una vida cuerda en una comunidad de desterrados, en una Reserva, cuál una comuna de hippies: el Malpaís, o sociedad antigua, donde aún es posible leer a Shakespeare, al que pertenece Linda.

En esta novela se nos ofrece una utopía irónica y en cierto sentido perversa, una distopía, donde la sociedad vive feliz en su bienestar y entontecimiento, que logra con la ayuda de drogas administradas por el Estado, bajo un gobierno totalitario, que ejerce su poder sobre una población de esclavos dividida en castas, que admite gustosa su servidumbre y su condición. Una sociedad con todas las necesidades cubiertas, donde no existe el crimen ni el dolor ni siquiera la guerra ni la pobreza, que sueña despierta bajo la influencia narcótica y dormida bajo la hipnopedia, el cine táctil o sensorama, el golf electromagnético, la música sintética, los órganos de perfumes y los de color, el condicionamiento neo-pavloviano y la aceptación de la muerte desde bebes, la uniformización caqui de los niños y el sexo sin sentimiento y sin amor, la rutina y la estabilidad, la novedad sin belleza, la ausencia de dios (pues este no es compatible con la felicidad universal, el odio a la soledad, el individualismo, los libros y las flores, y por supuesto una sociedad desprovista del arte y la ciencia, de toda suerte de religión y filosofía, salvo el Fordismo, véase freudismo, en honor a Freud, quien fue el primero en revelar los terribles peligros de la vida familiar, despojada por ende del concepto familia. Una sociedad basada en un sistema de castas: Alfas (casta superior), Betas, Gammas, Deltas y Epsilones, adiestrados todos ellos para ser buenos consumidores y de este modo fortalecer la economía. Cultivados en laboratorio y predestinados incluso antes de su nacimiento. “Actualmente, el mundo es estable. La gente es feliz -escribe Huxley-; tiene lo que desea, y nunca desea lo que no puede obtener. Está a gusto; está a salvo; nunca está enferma; no teme a la muerte; ignora la pasión y la vejez; no hay padres ni madres que estorben; no hay esposas, ni hijos, ni amores excesivamente fuertes… Y si algo marcha mal, siempre nos quedará el soma, i si nó, la coca o el mescal”.

Publicar un comentario

0 Comentarios