ARTEFACTOS SILENCIOSOS

La noche de San Juan, es una noche en la que antes las calles eran realmente nuestras, con fuegos en cada esquina, quemando todo tipo de muebles y enseres en un claro ensayo de revuelta popular, tirando petardos a raudales y haciendo alboroto hasta las tantas de la madrugada, El antropólogo Manuel Delgado señala que niñas y niños eran parte crucial de esas verbenas, porque se encargaban de preparar las hogueras con las maderas y muebles viejos que iban recogiendo. Señala Delgado que con la desaparición de los niños de las calles, que antes era su principal espacio de ocio fuera del horario escolar, la fiesta perdió uno de sus principales engranajes por mantener el pulso vital que la convertía en lo que los estudiosos llaman un espacio de sociabilidad informal. O sea un sitio donde divertirse, pasarlo bien y quién sabe si encontrar el primer amor. Los que tenemos una edad, lo sabe lo suficiente, y lo hemos vivido. También afirma Delgado, que ésta es la noche de la transgresión, o de hecho, lo era antes, ahora ya no nos dedicamos a transgredir ni volvemos a hacerlo. El mayor incremento de la presencia del coche en las calles sumado a otros elementos que favorecían que la gente se quedara en casa, como la televisión, fueron influyentes en la transformación de una fiesta que ahora ha trasladado su epicentro a las playas , en el caso de Barcelona. Sin embargo, esto tampoco es nuevo porque el 24 de junio se consideraba el inicio de la temporada de baño. Después de la noche de fiesta, la ciudadanía barcelonesa celebraba San Juan yendo al mar. A finales del siglo XIX, la playa de Can Tunis era el lugar preferido para dar la bienvenida al verano.

Este año, en la comarca del Anoia, el municipio de Castellolí ha tenido una idea. El alcalde la valora con palabras inapelables: “Es importante disfrutar de San Juan, pero también lo es respetar la tranquilidad de quienes quieran tenerla; especialmente los perros, que son los que más sufren”. Por este motivo ofrece durante la verbena de San Juan un servicio gratuito de residencia canina. La residencia se llama El Perro Blanco. Es en el término municipal, pero lejos del centro, donde estarán la hoguera y el desenfreno, por lo que los mejores amigos del hombre podrán pasar la noche sin sustos sonoros. El Ayuntamiento asume el coste del servicio y se dirige a los 636 habitantes del pueblo. También he leído en la vanguardia que hay unas casitas para perros insonorizadas. A todos vosotros os deseo una buena verbena dentro de lo políticamente correcto, como debe ser todo ahora. Hagan caso a los del Pacma que hace unos días suplicaron que se sustituya la pirotecnia tradicional por artefactos silenciosos, como –dicen– hacen en países como Italia, Bélgica y Brasil. Después del Ford Mustang eléctrico, la Harley-Davidson eléctrica (sacrilegio) que importa ya si los petardos son silenciosos, aunque el fuego crepita. Eso no lo pueden silenciar.