SOÑEMOS MIENTRAS NOS ABURRIMOS


Bien mirado, dormir es también opinar, no es, pues, como creen algunos, una pérdida de tiempo o la necesidad pura de recuperar energías para este cuerpo cansado. Durmiendo soñamos, y lo hacemos sin ningún prejuicio y en absoluta libertad, creamos historias a menudo inverosímiles de puro surrealismo onírico, y todo por dejar en el cerebro que vaya a la suya sin nuestro férreo y puritano control. Y suponiendo que no soñemos, dejar de soñar, cómo dejar de pensar no deja de ser una forma de pensamiento, el sueño como la vida puede ser también aburrido, demasiada razón y lógica preside la filosofía de la vida, y más aburrida cuanto más razonable pretendemos que sea. No nos engañemos, la razón, la lógica, el sentido común, no se caracterizan precisamente por ningún tipo de notoria amenidad. Soñemos, pues, dormidos o despiertos, posiblemente sea la única manera de sobrevivir al aburrimiento de la vida diaria. Pero en estos momentos, creo que si algo necesitamos, es aburrimiento. Estamos en uno de esos momentos en los que el planeta está sometido a tantas convulsiones, que da miedo conocer la realidad. Antes la llegada del verano subía la temperatura ambiental y disminuía el impacto de las noticias, teníamos la canción del verano y las serpientes del verano y así íbamos haciendo sin prisa. Pero esto es algo que ocurrió: ahora, vivimos en la sociedad de la instantaneidad, con las redes sociales y los medios digitales, informándonos de lo que ocurre y de lo que no, de lo verdadero y falso, sin solución de continuidad. Es difícil sustraerse en plena canícula a lo que ocurre, teniendo dos guerras activas a las puertas de Europa, la extrema derecha intentando imponernos un mundo de libertad vigilada, la amenaza de que un delincuente condenado gane unas elecciones a una fiscal en los Estados Unidos, la insoportable polarización de la política española o el ruido de quien no ha digerido que las elecciones catalanas no le restituyeron. Precisamente porque la vida está llena de emociones, a veces es bueno buscar un momento de solaz para relajarnos, meditar y reencontrarnos. Y sería una gran noticia que la actualidad se volviera más aburrida, aunque bajara la audiencia de los medios de comunicación. Aburrirse en el momento adecuado es un signo de inteligencia. Si el planeta lograra aburrirse durante unos días, el mundo sería mejor. Me quedo con la frase de Bertrand Russell: "Una generación que no soporta el aburrimiento será una generación de valor escaso". Intentamos aburrirnos un rato, y sueñan mientras nos aburrimos, es compatible, y es sano, para el cuerpo y también para el espíritu.

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