EUDAIMONIA


Eudaimonia proviene de eu (bueno) y daimon (espíritu). Cultivar el espíritu para florecer como todos merecemos. Junto a Aristóteles, la escuela de los estoicos también defendía la virtud como elemento clave para obtener la felicidad. Estos eran más austeros porque no consideraban que hubiera ningún elemento externo como la salud, la riqueza o la familia para contribuir a ello. Para ellos, la razón era un elemento esencial. En cambio, para los epicúreos o dandis del siglo XIX, el placer y los sentidos obtienen una posición central. Cultivar el cuerpo y no sólo la razón, además de alimentar el alma de lo bueno, pueden ser otras claves para la felicidad. Podemos ser más racionales o hedonistas en la conquista de la felicidad. Abraham Maslow fue uno de los filósofos modernos que más defendió la idea de autorrealización por ser felices. Su psicología humanista defiende la atención de las necesidades propias. Saberse escuchar y atender lo que necesitamos de forma esencial sin considerarnos egoístas. Conectar con uno mismo y su felicidad por compartir después con los demás.
La felicidad es sentirse satisfecho con uno mismo y conectado con la esencia que muere en nuestro interior. Sin embargo, lo conócete a ti mismo a quien apela el oráculo de Delfos puede ser un arduo camino. En muchas ocasiones, los buscadores de felicidad llegan a maldecir haber abierto la puerta a sus demonios para trascenderlos y encontrar su plenitud. La felicidad es un sentimiento agradable de satisfacción y ausencia de sufrimiento, decía Françoise en la Náusea de Sartre, que la felicidad es un instante, un momento en el que todo está en su sitio, donde todo está bien. También hay quien dice que la felicidad está en saber saborear el placer de lo pequeño, en no preocuparse innecesariamente por lo en general. Y dicen los abuelos que la felicidad está en conformarte con lo que tienes y al no desear nada que no puedas alcanzar. Freud decía que hay dos formas de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota, la otra serlo. La felicidad puede ser la tierna mirada de un niño, o escuchar su carcajada fresca, o quizás una caricia, o quizás mirar fijamente a los ojos de la persona amada. La felicidad puede ser pedirse mucho uno mismo y exigir poco a los demás. Un filósofo argumentaba: Quien nunca haya poseído nada, y pese a este hecho, haya tenido lo que necesitaba, habrá estado muy cerca del estado de conciencia que le puede llevar a la felicidad, y creo que este último es el que más se acercaría a lo que podríamos entender como felicidad o estado de felicidad, en bien entendido de un estado temporal y transitorio. Como este par, que destilan felicidad y alegría mientras cantan The Lady Is en Tramp compuesta por Richard Rodgers.

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