Por la mañana. iban a detener al President Carles Puigdemont. AL mediodía me fui a cortar el pelo. Dicen que escapó en un coche blanco, como una canción de Kiko Veneno. Antes pasaron cosas, no demasiadas, la verdad.
El momento en que Puigdemont sube al Honda del agente de los mossos arrestado.
Puigdemont pasó de Waterloo a Trafalgar. El número 76 concretamente. Allí lo esperaban compañeros de partido, amigos, simpatizantes y todos los periodistas de todos los medios imaginables. Al salir, lo rodearon. Imagino que para alguien que ha estado siete años exiliado de su país, volver y verse rodeado por gente que, a pesar de todo, sigue creyendo en ti y en la idea que siempre has defendido, ha de ser emocionante. De allí subió al escenario dispuesto en Arc de Triomf donde dio un discurso tranquilo y medido, nada pirómano, apenas emocional. Habló de represión y puso el foco en una derecha y ultraderecha que desde los partidos que la representan -PP y Vox- como desde algunos jueces del Supremo se empeñan en no aplicar la de la Amnistía, en este caso. Luego, se bajó del escenario y rodeado de seguridad y seguidores se diluyó en un océano de sombreros de paja, en un claro homenaje a Alfred Hitchcock si hubiera adaptado a Graham Green y cambiado paraguas por sombreros y Barcelona por La Habana.
Después, cuando todo el mundo -mossos incluidos- creían que acudiría al Parlament a la investidura de Salvador Illa algo así como cuando tu ex amenaza con acudir a tu boda, con el único objeto de amargártela. Cuando todos creíamos que iba a demostrar que le impedían ejercer sus derechos como diputado, el Gran Puigdemontini ha desaparecido. En un coche blanco. Qué lástima de muchacho. Cachitos de hierro y cromo.
La policía a la que ha burlado es la catalana y los que esperaban una detención inmoladora eran los suyos
Si celebras tu aniversario y congregas a 3.500 personas, puede decirse que eres popular pero si congregas ese mismo número de personas el día que te van a detener es posible que el golem esté empezando a pararse. Platón soñaba con una república mandada por poetas. Con la performance de hoy, uno ha podido entrever lo que sería una república gobernada por periodistas porque Carles Puigdemont lo es, lo sigue siendo. El impacto inicial, hay que reconocérselo, ha sido brutal. Matrícula de honor pero quizás debería cambiar de guionista para los finales nouvelle vague porque la policía a la que ha burlado es la catalana y los que esperaban una detención inmoladora eran los suyos. Puigdemont ha vuelto a huir. Si ya saben cómo soy, para qué me invitan.
Y eso que el principio del guion estaba inmerso claramente en la tradición judía de la cultura catalana. Recordemos la Biblia. Jesucristo, harto de que no le tomen en serio y se le tilde de pirado cateto de provincias, decide volver a Jerusalén. Se lo desaconsejan y Él sabe que están en lo cierto quienes dicen que, si va, lo detendrán. Pero Él sabe que ha de ir por eso. Da una última cena, se va al Monte de los Olivos y allí, Judas le besa para entregarle a los romanos. Apresado, juzgado, vejado, condenado y crucificado pasa a convertirse en mito, en Dios. Comparen. Vuelve a Barcelona para que le detengan. El parque de la Ciutadella como Monte de los Olivos. Alguno de Esquerra --Aragonès, Junqueras, Rubiales con un piquito- le besaría en la mejilla y al martirio, apresado por los mossos y el juez Llarena ejerciendo el sadismo postergado siete años. Pero no. El hombre no ha querido ser mito, pero para eso haber dicho en Waterloo que la lucha seguía hasta que fuera seguro volver a Trafalgar, 76.
El discurso de Junts venderá la huida y el descrédito de su policía (otra cosa es que hubieran sido guardias civiles, nacionales o la corte imperial de Dart Vader) como la última de un astuto Robin Hood, pero uno tiene la sensación de que la operación ha sido un éxito, sí, pero el paciente murió.
Puigdemont, si realmente se escapó de España, tiene un problema, más que Robin Hood es el Lute, solo que este fue valiente, y Puigdemont es un cobarde y un traidor, incluso para los suyos. Recordar solo que 'al final de l'escapada' de Jean Luc, (spoiler) el prota no acaba muy bien, en un final por cierto bastante patético y ridículo como el esperpento de hoy por la mañana. Cuidado que esto todavía no ha terminado, pero como diría Adam Driver, esto no puede acabar bien.
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