En un vídeo que corría por las redes de la celebración del Año Nuevo pasado en París, hay imágenes como la de la foto que parecen sacadas de Black mirror. Campos Elíseos llenos hasta los topes de gente, pero también de smartphones, para inmortalizar unos fuegos artificiales danzando por encima del Arco de Triunfo. “Ninguna persona disfrutando del momento”, difundió por X la cuenta @HumansNoContext. No hay abrazos allí donde llega la vista una vez acabada la cuenta atrás hacia el 2024. Y lo más importante: no hay empatía. Solo dispositivos por encima de cualquier cabeza. Los recuerdos pueden distorsionarse. “La memoria puede cambiar la forma de una habitación, puede cambiar el color de un coche”, dice Leonard en Memento. Por tanto, los recuerdos son interpretaciones. Una grabación las evita, así que podrían justificar el uso del móvil. Pero no es este el motivo. Como en el colegio, en París eran conscientes de que disponían de una mejor grabación. Son actos que no se escapan de las retransmisiones televisivas. No tiene ningún sentido, pues, ponerse a grabar cuando es seguro que se podrá rememorar el acto en YouTube, por ejemplo, si no es que lo que mueve a la mayoría es ese like de Instagram que nos llena de autoestima.
“La inteligencia natural será sustituida por inteligencias artificiales que ayudarán a la gente, no a alcanzar la felicidad, sino a pasar el tiempo”. Palabra de Antonio Gala, en una entrevista en 1991, que viralizó la semana pasada en Instagram, una cuenta de fans del escritor. Gala decía muchas más cosas relacionadas que no recoge ese corte –son diez horas de entrevistas en Canal Sur–. “Para aspirar a la superhumanidad se está dejando escapar de las manos la humanidad”, dice. Y no creía que el progreso tecnológico sin control fuera sinónimo de bienestar: “Paraíso y tecnología son palabras opuestas”. Es oportuna una reflexión sobre lo tecnológico y su concepción para avanzar en lo humano, en abrazos, en empatía. y supongo que en las celebraciones de este año seguirá sin haber abrazos al Arco de Triunfo, de gente que, como decía Gala, son incapaces de alcanzar la felicidad, ni siquiera lo pretenden, solo buscan pasar el rato, o es que quizás se abrazan más tarde en la intimidad.
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