LOS CICLISTAS NEGROS
Hace tiempo que empiezan a verse habitualmente coches rojos que rompen la monotonía del negro-gris-blanco de las carrocerías, mientras tanto la plaga del negro llega al ciclismo. Me he estado fijando en que cada vez que voy en la bicicleta por la carretera de Matadepera, hay muchos ciclistas vestidos de negro de la cabeza a los pies. Salgo de casa, en la carretera de Prats de Lluçanés y me los encuentro también, aunque estos van hacia Castellar del Vallés. Me producen una sensación inquietante: siete u ocho grandullones, de negro, con cascos de colores más o menos discretos, pedaleando acompasadamente, y encima algún cabroncete de estos cuando me adelantan (porque siempre me adelantan) me dice 'bon dia avi'.
Que ir de negro por la carretera no es la mejor idea del mundo lo demuestra que algunos ciclistas, encima de las mallas, lucen un chaleco de color amarillo o beige. Tradicionalmente, el ciclismo se ha asociado a colores brillantes. Los equipos históricos vestían uniformes vistosos: rojo y blanco, amarillo y azul, verde y blanco, naranja y blanco, naranja y negro. Existía una razón fundamental: que los corredores del mismo equipo se reconocieran, que el público los identificara fácilmente y que, en el caso de que tuvieran que compartir la carretera con coches y camiones, el traje alertara a los conductores. Todavía hoy los líderes de las carreras se enfundan maillots amarillos o rosas,ñ y el líder de la montaña va con un maillot precioso, blanco con topos rojos, que recuerda a los jockeis de las carreras de caballos.
¿Por qué esta obsesión con el negro? La respuesta evidente es que el mundo cada vez es más triste. Antes, cuando tenías que ponerte de luto, era un drama. Ahora la gente se pone por gusto. Debe ser el ambiente existencial que se respira. Más aún que la pérdida y la tristeza, el negro representa el individualismo transcendental. ¡Nos tomamos tan en serio a nosotros mismos! El negro es el color del test de pruebas. Ningún corredor profesional sale a entrenar vestido como un payaso, con un maillot colorista con nombres de marcas. Cuando nos vestimos de negro es como si nos preparásemos para una carrera: el negro es un elemento más del deporte tecnificado y de la fantasía profesional que muchos de nosotros vivimos.
Mientras voy pedaleando y pensando en estas cosas veo venir un ciclista con el maillot glorioso de Molteni que lucía Eddy Merckx. ¡Aún hay esperanza! Cuando me cruzo con él es un señor de mi edad, unos ochenta años. “¡Buenos días!”. “¡Buenos días!”. Porque yendo por ahí en bicicleta la gente siempre se saluda. A todo eso, hay que tener en cuenta que servidor aún va en bicicleta con pantalones tejanos y la gafa para recogerlos, ¡ah! y en el bidón Coca-cola. 70 años pedaleando me dan una cierta bula para transgredir.
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