LA TEORÍA DEL CABALLO MUERTO


La “Teoría del Caballo Muerto” es una metáfora satírica que refleja cómo algunas personas, instituciones o naciones enfrentan problemas evidentes que son imposibles de solucionar, pero en lugar de aceptar la realidad, se aferran a justificarlos. Empezamos bien. La idea central es clara: Si descubres que estás montando un caballo muerto, lo más sensato es bajarte y dejarlo. Sin embargo, en la práctica, muchas veces ocurre lo contrario. En lugar de abandonar el caballo muerto, se toman medidas como:

  • - Comprar una nueva silla de montar, último modelo. 
  • - Mejorar la alimentación del caballo, a pesar de estar muerto.
  • - Cambiar el jinete en lugar de abordar el problema real.
  • - Despedir al encargado de los caballos y contratar a uno nuevo, esperando un resultado diferente.
  • - Organizar reuniones para discutir cómo aumentar la velocidad del caballo muerto.
  • - Crear comités o equipos de trabajo para analizar el problema del caballo desde todos los ángulos. Meses, informes, para concluir que el caballo está muerto.
  • - Justificar los esfuerzos comparando el caballo con otros caballos muertos similares. Concluyendo que el problema fue una falta de entrenamiento.
  • - Proponer cursos de capacitación para el caballo, muerto.
  • - Redefinir el concepto de “muerto”.

No se puede construir nada alrededor de un cadáver, salvo margaritas. A dos metros bajo tierra, eso sí. Y salen solas, nadie las llama. Y si lo que tienes en tu cama es una cabeza de caballo (muerto), échate a temblar. Y así está nuestra sociedad, preguntándole a un caballo muerto (y sordo) por el sentido de la vida. Que no te escucha, cambio. Llama a Emilio Lledó, te paso el teléfono.

Igual no podemos seguir negando la realidad, ni desperdiciar el tiempo, ni los recursos, ni los esfuerzos. Marear la perdiz, no gracias. Porque así se nos va yendo la vida, amigas. En las relaciones de amistad, de pareja, de empresa, de planeta. El elefante en la habitación, el caballo en la sala de operaciones. El pulpo en el garaje. Igual hay que rematar al caballo muerto. Sacarlo en procesión. El entierro del caballo sardina. Doy ideas. Aunque dicen que hay besos que resucitan a un muerto. No beses a un caballo, y menos si está muerto.

A propósito de Europa, y a raíz de los últimos acontecimientos, el caballo sigue muerto, como sigue muerta la Ley Mordaza, como sigue muerta Gaza (tan cerca del Mar Muerto), y como siguen muertas las 163 asesinadas del Congo, Ese caballo no lo resucita ni Jesús. Ladran, luego no cabalgamos, que estamos muertos.

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