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NOCHE DE CRISTALES ROTOS EN TORRE PACHECO


La de este sábado ha sido una jornada de alta tensión en Torre Pacheco (Murcia). Decenas de agentes de varios cuerpos y fuerzas de seguridad se han desplegado en la localidad tras los incidentes registrados anoche al término de una concentración pacífica convocada en protesta por la brutal agresión a un vecino el pasado miércoles. El hombre, de avanzada edad, recibió una brutal paliza sin motivo alguno, según su testimonio. En las siguientes horas y días, las redes sociales se apresuraron a apuntar a jóvenes extranjeros como responsables, aunque el caso aún está bajo investigación y no hay ningún detenido ni confirmación oficial de las autoridades sobre posibles sospechosos. Aun así, grupos extremistas y de ultraderecha difundieron y distribuyeron los rumores. 

Este municipio murciano registró anoche varios altercados en distintos puntos de la localidad, que según las autoridades no tuvieron un carácter organizado, aunque el Gobierno y Podemos los vinculan con la ultraderecha. La concentración fue organizada por el Ayuntamiento. Acudieron unas 500 personas. En varios vídeos distribuidos por redes sociales se puede ver, por ejemplo, cómo decenas de personas destrozan el coche en el que viajaba una persona de origen magrebí. Otras imágenes muestran persecuciones y amenazas a otras personas extranjeras.

La delegada del Gobierno en la Región de Murcia, Mariola Guevara, ha declarado que estos incidentes están bajo investigación y no se descartan detenciones, al tiempo que ha destacado que se habían reforzado las medidas de seguridad en la zona debido a movilizaciones alentadas en redes sociales durante los días previos. Por el momento, las fuerzas de seguridad mantienen un dispositivo en la localidad que permanecerá activo durante el fin de semana para garantizar la seguridad y prevenir nuevos enfrentamientos.

El líder de VOX, Santiago Abascal, ha aprovechado la situación en Torre-Pacheco para exigir “deportaciones masivas”: Vox ha encabezado hoy sábado el acto 'Defiéndete de la inseguridad', donde ha criticado la inmigración ilegal y ha alertado del aumento de la inseguridad en algunos barrios de esta localidad murciana de 40.000 habitantes. Su líder regional, José Ángel Antelo, ha comparado los niveles de inseguridad en Torre-Pacheco con áreas conflictivas en otros países europeos y ha señalado que este día marca un año desde que su partido abandonó la vicepresidencia del Gobierno regional, una decisión que, según ha dicho, se tomó para “no financiar la inmigración ilegal ni ser cómplices de los problemas derivados”.

Organizaciones vinculadas a la extrema derecha como Deport Them Now han intentado caldear el ambiente a través de grupos en Telegram donde a través de consignas como “esto es una guerra civil” o “si no encuentran a los culpables, que se coja a los familiares”, llaman a “prender fuego” a cualquier comercio magrebí: “teterías, kebabs, hasta mezquitas. Nos importa tres cojones ya si son honrados o no”.

Durante días, Torre-Pacheco ha sido el epicentro de una tormenta mediática, política y social que ha puesto en evidencia lo peor —y también lo mejor— de una sociedad fracturada entre el bulo y la convivencia. La agresión a un anciano, convertida por la ultraderecha en excusa para desatar una caza de brujas, ha desatado una oleada de odio racista promovida desde redes sociales y grupos organizados, mientras la respuesta institucional se quedaba corta o llegaba tarde. Entre el ruido, las mentiras y la violencia, resurgen algunas verdades incómodas sobre cómo se manipula el miedo, cómo se distorsiona la realidad y cómo se instrumentaliza al inmigrante como chivo expiatorio. Frente a esa deriva, conviene repasar algunos hechos básicos y formular algunas ideas que, por evidentes, siguen siendo urgentes.

Que en pleno siglo XXI haya quien considere una prueba irrefutable de culpabilidad un pantallazo de Facebook es como si volviésemos a creer en la caza de brujas porque lo ha dicho el cura del pueblo. Resulta incomprensible que cientos de personas compartiesen con entusiasmo imágenes de supuestas hojas policiales con los rostros y los nombres de los presuntos agresores de un anciano, difundidas desde cuentas anónimas y sin ningún respaldo institucional. Es imposible no sentir una mezcla de vergüenza y espanto al ver cómo se condena a personas con nombre y apellidos a un linchamiento digital (y quizá físico) por el simple deseo de un ultra de mover el tablero y que Vox sume un par de escaños más. El propio agredido ha dejado claro que fue una única persona, y no un grupo, quien le pegó, pero aún hay quien sigue difundiendo la falsa captura. Si esto no es una señal de alarma para invertir en educación, espíritu crítico y civismo, ya me dirás tú qué más necesitamos. Somos un país entero a merced de los vendedores ambulantes del odio.

Viendo la cantidad de cabezas rapadas que pasearon su ira por Torre-Pacheco ayer, uno diría que había más nazis de importación que murcianos. No es ninguna exageración: se organizaron por Telegram, se les animó desde los púlpitos digitales de Roberto Vaquero, Alvise Pérez y el mutante ese de Desokupa. Y se notó. Fueron a sembrar miedo y rabia como quien lleva confeti a un cumpleaños. Y la Delegación del Gobierno, tan campante, dejando que el desfile avanzase sin antidisturbios, pese a que el llamamiento había sido público, explícito y sostenido. Para los próximos días ya se anuncian nuevas «cacerías». ¿Esperarán a que maten a alguien para actuar?

En Jot Down, analizan los hechos de Torre Pacheco, y debaten sobre las causas reales o inventadas que han llevado a la ciudad murciana hasta este peligroso extremo.

Hay gente que no solo está podrida de odio: también necesita tratamiento psiquiátrico urgente. Miles de personas aplaudieron ayer en redes sociales un linchamiento, pidiendo la «reconquista» frente al moro invasor. Que vean en los inmigrantes que vienen a trabajar al campo —a menudo en condiciones cercanas a la esclavitud— una amenaza civilizatoria, dice más de su deterioro mental que de ningún supuesto peligro. Confunden jornaleros explotados con jinetes almorávides. España, para esta gente, no es un país: es una película de Santiago Abascal donde todos los que no se llamen Rodrigo Díaz son sospechosos.

Por suerte, la mayoría de los españoles no se ve reflejada en esta caricatura. Les da exactamente igual que una mujer lleve velo, que alguien celebre el Ramadán o rece mirando a La Meca. Lo que quieren es vivir en paz. Y lo hacen. En un aula cualquiera es fácil ver a una chica con hiyab charlando con un chaval de camiseta de Nirvana sobre los deberes de mates, y eso es hermoso. Lo que quieren los fascistas, en cambio, es cerrar mezquitas, prohibir el aborto y poner crucifijos hasta en los pasos de cebra. Su problema no es el Islam: es todo aquel que no pase por el aro de su España en blanco y negro, donde no haya ni homosexuales, ni musulmanes, ni murcianos de izquierdas.

Los ultras han encontrado dos armas para sembrar el odio contra los inmigrantes: la supuesta inseguridad y el mantra del «nos bajan los sueldos porque trabajan por cuatro duros». Sobre lo segundo, desmontarlo es de primero de lógica. Si tú, Vox, votas siempre en contra de subir el SMI, de reforzar los derechos laborales y de dar poder a los sindicatos para negociar mejores condiciones, ¿Cómo puedes luego decir que los salarios están bajos por culpa del inmigrante? Los salarios están bajos porque hay negreros —y muchos en Murcia— que votan a Vox con la mano derecha, mientras con la izquierda hacen firmar a sus peones contratos por mil euros al mes, doce horas al sol.

En cuanto a la inseguridad, es más delicado. Porque sí, hay barrios donde es un problema real. Y si tú, que vives en un chalé con alarma, le dices a un obrero que vive en una calle llena de trapicheos y peleas que eso es un invento de la ultraderecha, lo único que haces es regalarle su voto a un fascista. No todo el que se queja de inseguridad es un racista. Muchos lo que quieren es poder dormir tranquilos. Por eso hacen falta más políticas de integración, sí. Pero también más policía. En Murcia, la local está desbordada. El PP no cubre las jubilaciones y hay un déficit salvaje de agentes. Eso sí, el centro de la ciudad, donde vive la élite, está bien cubierto. Se ve que allí sí hay inseguridad que importa.

Para acabar, una pista de como y porque se puede ilegalizar en España a un partido político:

  • Incitación al odio: Aunque el discurso xenófobo puede ser denunciado, no basta por sí solo para ilegalizar un partido. Debe demostrarse que hay una estrategia organizada y reiterada que atenta contra la convivencia democrática. 

  • Parece que VOX cumple a rajatabla  estas premisas.

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