En Italia se usa la expresión parole-tacchino –literalmente “palabras pavo”– para definir aquellos vocablos que, más allá de su función expresiva, se emplean como adorno personal. Palabras que, en medio de una conversación, suenan como campanas solemnes: serendipia, ucronía, circularidad. O que revelan una sumisión estridente al prestigio del inglés: trendy, outfit, workshop. O que estallan como cohetes ideológicos: sororidad, garantista, resiliente. No se trata de prejuzgar a quienes las usan, sino de recordar que la manera de hablar es nuestro pasaporte: si la ropa nos identifica, mucho más lo hace el lenguaje que usamos.

La expresión parole-tacchino procede de una carta que el dramaturgo Luigi Pirandello envió en 1924 a un amigo: “Bendito sea nuestro país, donde ciertas palabras pasean por las calles arrullando y moviendo la cola, como pavos reales”. Pirandello ridiculizaba el uso pedante del lenguaje en tiempos en que, por influencia del modernismo –tan decorativo en arquitectura como en literatura–, se tendía a recargar las frases con grandilocuencia.

Hay palabras que pasean como la cola de un pavo, pero abundan más las palabras diarrea

Hoy quedan partidarios de la pompa verbal, como demuestran los ejemplos citados, pero pre­domina un uso primitivo, o más bien regresivo, del lenguaje. Basta encender la radio o la televisión y no oyes más que palabras de este estilo: cuñado, apuesta, molar, random, hostia, joder, y, sobre todo, el omnipresente puto ante cualquier palabra: el puto amo, la puta hamburguesa, la puta mierda. Temo que están más de moda las palabras diarrea que las palabras pavo. No las usan analfabetos (teóricamente inexistentes), no.

Las usan los actores de series, los presentadores simpáticos y los tertulianos eufóricos. Ahogados en este lenguaje excremental, quizá acabemos añorando el tiempo en que los tacos estaban mal vistos. La confusión entre boca y ano que caracteriza el habla actual merecería una palabra pavo para describirse: Alexitimia(*), término psicológico que alude a la incapacidad de expresar conceptos y emociones con palabras. Antoni Puigverd.


(*) Alexitimia, de las palabras griegas λεξις y θυμος, es un concepto ideado por Peter Sifneos en 1972 para describir un estado de deficiencia para entender, procesar o describir emociones. Se trata de un trastorno bastante extendido entre la población, afecta a una de cada siete personas.