EL DESTINO DE ESPAÑA SE DECIDIÓ EN POTSDAM

Stalin: Es necesario examinar la cuestión del régimen en España. Nosotros, los soviéticos, consideramos que el actual régimen de Franco en España fue impuesto por Alemania e Italia. Es un régimen que representa un grave peligro. Está dando cobijo a nazis. Opinamos que deberían crearse las condiciones necesarias para que el pueblo español pueda establecer un régimen elegido.

Churchill: Todavía estamos debatiendo las cuestiones que incluimos en la agenda. Estoy de acuerdo en que la cuestión de España también debería ser incluida.

Truman: ¿Quiere el generalísimo [Stalin] hablar sobre esta cuestión?

Stalin: Se han distribuido copias de la propuesta. No tengo nada más que añadir a lo que en ella se expresa.

Churchill: Señor presidente [dirigiéndose al presidente de los Estados Unidos, Harry Truman], el gobierno británico también está muy disgustado con Franco y su gobierno. […] El hecho de que hayan sacado personas de la cárcel y les hayan fusilado por hechos que ocurrieron años atrás, indica que España no es una democracia según las ideas británicas. Cuando Franco me envió una carta proponiéndome una alianza de Occidente contra Rusia, le respondí con una carta fría. Esto demuestra que los sentimientos de Gran Bretaña son contrarios al régimen de Franco.

Stalin: Yo no he recibido copia de la respuesta británica a Franco.

Churchill: Veo alguna dificultad para aceptar el borrador propuesto por el generalísimo [Stalin], sobre todo en lo que respecta al primer párrafo, en el que se propone la ruptura de toda relación con el gobierno de Franco, que es el gobierno de España. Considerando que los españoles son orgullosos y muy susceptibles, una medida de este tipo tendría el efecto de unir a los españoles alrededor de Franco, incluso a aquellos que ahora lo rechazan, en lugar de alejarlos. […] El resultado sería un fortalecimiento de Franco. Tengamos en cuenta que él tiene un ejército, aunque no sea muy bueno. Si con esta acción propuesta él saliera fortalecido, entonces tendríamos que usar la fuerza. Y yo estoy en contra de usar la fuerza. Estoy en contra de interferir en países que tienen regímenes diferentes al nuestro, a menos que ellos decidan molestarnos. En cuanto a los países que fueron liberados durante la guerra, no podemos permitir que en ellos se instauren regímenes fascistas, pero aquí tenemos un país [España] que no tomó parte en la guerra. Es por eso que estoy en contra de intervenir en sus asuntos internos. El gobierno de Su Majestad necesitará debatir detenidamente este asunto antes de decidir si rompe relaciones con España. Estoy preparado para tomar cualquier medida que sea necesaria, dentro de la diplomacia, para acelerar la salida de Franco del poder.

Truman: No siento ninguna simpatía hacia el régimen de Franco, pero no deseo participar en una guerra civil española. Ya hemos tenido bastante con la guerra en Europa. Nos alegraríamos mucho de poder reconocer otro gobierno de España en lugar del de Franco, pero pienso que es una cuestión que debe resolver la propia España.

Stalin: ¿Eso quiere decir que no habrá cambios en España? Este no es un tema interno. El régimen de Franco fue impuesto a los españoles por Hitler y Mussolini. Les creo cuando me dicen que no sienten ninguna simpatía por el régimen de Franco, pero eso debe demostrarse con hechos. No estoy proponiendo ninguna intervención militar ni provocar una guerra civil, que podría perderse. Solo deseo que el pueblo español sepa que nosotros, los dirigentes de la Europa democrática, adoptamos una actitud negativa hacia el régimen de Franco. Si no lo hacemos así, el pueblo español puede pensar que no somos contrarios al régimen de Franco, es decir, que lo apoyamos. […] Yo no quiero estar entre los acusados.

Churchill: La URSS ya no tiene relaciones diplomáticas con el gobierno español, así que nadie podrá acusarlo de lo que nos acaba de explicar.

Stalin: Pero lo que sí tengo es el derecho y la posibilidad de plantear la cuestión y resolverla. ¿Por qué debería callarme? Todo el mundo cree que las tres grandes potencias pueden resolver estas cuestiones. Y yo represento a una de esas potencias, al igual que el señor Churchill. ¿Debemos mantenernos en silencio frente a lo que está ocurriendo en España con el régimen de Franco, teniendo en cuenta que recibió el apoyo del fascismo? No deberíamos mirar hacia otro lado ante el peligro que representa la España de Franco.

Churchill: Nosotros tenemos antiguas relaciones comerciales con España. Si nuestra intervención no diera los frutos deseados, yo no querría que este comercio se detuviese. Por otro lado, comprendo totalmente la actitud adoptada por Stalin contra España. Franco envió su “División Azul” a Rusia, entiendo que esté muy molesto [...] Pero en lo que respecta a Gran Bretaña, España no realizó ninguna acción contra nosotros en una época en que, si lo hubiera hecho, podría habernos provocado un desastre. […] Nadie duda de que el generalísimo Stalin no siente ningún afecto por Franco, y creo que la mayoría de los británicos comparten esa antipatía. Solo quiero subrayar que la URSS ha sido perjudicada por Franco como ningún otro país.

Stalin: No es una cuestión de perjuicios. Aun así, también creo que Inglaterra ha sido perjudicada por el régimen de Franco. Durante mucho tiempo, España puso su costa a disposición de los submarinos de Hitler. Por lo tanto, usted podría decir que, de una u otra forma, también ha sufrido daños provocados por Franco. Pero no deseo que el asunto se valore desde ese punto de vista. Lo importante no es la “División Azul”, sino el hecho de que el régimen de Franco es una grave amenaza para Europa. Esto debería tenerse en cuenta. Por eso creo que se deberían tomar algunas decisiones, incluso si esto significa la ruptura de relaciones diplomáticas. Creo que debemos hacer algo contra ese régimen. Podemos encontrar otras vías. Solo tenemos que decir que estamos en contra del régimen de Franco y que consideramos justa la exigencia de democracia por parte del pueblo español. Solo tenemos que indicarlo y no quedará nada del régimen de Franco, se lo aseguro. Propongo que nuestros ministros de Asuntos Exteriores discutan si se puede encontrar una forma más suave o flexible de dejar claro que las grandes potencias no apoyan ni a Franco ni a su gobierno.

Truman: Me parece bien. Propongo hablar de esta propuesta con los ministros.

Churchill: Tengo que oponerme. Creo que este asunto debe ser resuelto en esta reunión, por los líderes de los gobiernos. Interferir en los asuntos internos de otros países es una cuestión peligrosa.

Stalin: No lo considero una cuestión interna de España, ya que su régimen se creó desde el exterior y representa un peligro para Europa.

Churchill: Todos pueden decir eso del régimen de cualquier otro país.

Stalin: No, no hay ningún régimen como el de España en ningún otro país de Europa. No queda ningún régimen como ese en ningún otro país de Europa.

Churchill: Portugal también podría ser condenado por tener un régimen dictatorial.

Stalin: No es la dictadura lo que importa. El régimen de Portugal es el resultado de un proceso interno, mientras que el régimen de Franco fue instaurado desde el exterior con la intervención de Hitler. Franco se comporta de forma provocadora y da asilo a nazis.

Churchill: […] En la Guerra Civil española hubo intervención por ambas partes. La URSS intervino a favor de un bando, y Hitler y Mussolini a favor del otro. De eso ya hace tiempo. Creo que las acciones que podríamos decidir en esta reunión sobre este problema servirían para consolidar a Franco en su cargo. Y el Gobierno británico no dará ningún tipo de apoyo a ese régimen, más allá de las relaciones comerciales.

Truman: Propongo que sean los ministros de Asuntos Exteriores quienes discutan si se puede encontrar una forma más suave de llegar a un acuerdo sobre este asunto.

Stalin: Propongo hacer una evaluación del régimen de Franco, incluyendo las observaciones que ha hecho el señor Churchill sobre la posible evolución de los acontecimientos en España. La situación del régimen de Franco debería ser uno de los puntos de la declaración que debemos hacer sobre Europa. Debería ser una declaración breve en la que dejemos claro que nuestras simpatías están con el pueblo español y no con su régimen. Y sugiero que dejemos a los ministros de Asuntos Exteriores deliberar sobre la forma en que debemos hacer esta declaración.

Churchill: No estoy de acuerdo con esta declaración […] Hay muchas cosas que no nos gustan de otros países como Yugoslavia o Rumania. Yo no sé qué opinan realmente los españoles [sobre su régimen]. Hay muchas sombras en la opinión de los españoles. Creo que a la mayoría de ellos les gustaría deshacerse de Franco sin interferencias extranjeras.

Truman: Sugiero que pasemos a otro tema y volvamos al punto de España más adelante…

Fragmento de las actas de la conferencia de Potsdam (Alemania), celebrada entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945, tras la finalización de los combates en suelo europeo. La guerra aún no había concluido en el Pacífico.

La conferencia reunió al presidente de los Estados Unidos, Harry Truman –el presidente Franklin D. Roosevelt había fallecido en abril-, al líder supremo de la Unión Soviética, Iósif Dzhugashvili, ‘Stalin’, y al primer ministro británico, Winston Churchill, que concluía su mandato. Se acababan de celebrar elecciones parlamentarias en el Reino Unido y aún se hallaban a la espera del escrutinio final. El ganador de esas elecciones, el laborista Clement Attlee también estuvo presente en Potsdam.

Fue la tercera reunión que mantuvieron los líderes de las tres potencias aliadas después de las conferencias de Teherán (noviembre de 1943) y Yalta (febrero de 1945) en las que se pusieron las bases de un nuevo reparto del poder a escala mundial. Al poco de iniciarse la conferencia, Truman recibió una importante información confidencial: el 16 de julio se había llevado a cabo con éxito la primera detonación de una bomba atómica en el desierto de Nuevo México. Estados Unidos ya poseía un arma capaz de exterminar a centenares de miles de personas con una sola explosión. Tres semanas después del experimento se lanzaron sendas bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Empezaba una nueva era.

El día 2 de agosto de 1945 se hizo pública finalmente la declaración de la conferencia de Potsdam, que incluía un párrafo sobre España:

“Nuestros tres gobiernos creen que es su deber señalar que no apoyarán una solicitud de admisión [a la futura Organización de las Naciones Unidas, que sería fundada oficialmente en octubre de 1945] que sea presentada por el actual gobierno español, el cual, habiendo sido establecido con el apoyo de las potencias del Eje, no posee, por razón de sus orígenes, de su naturaleza, de sus antecedentes y de su estrecha asociación con los Estados agresores, los títulos necesarios para justificar su ingreso”.

En octubre de 1944, tres meses después del desembarco de Normandía, antes de la conferencias de Yalta y Potsdam, cinco mil guerrilleros españoles que habían luchado contra los nazis en las filas de la resistencia francesa intentaron invadir la Val d’Aran para atraer la atención de las fuerzas aliadas. Especialmente inspirada por el dirigente del PCE Jesús Monzón, la apresurada operación ‘Reconquista de España’ fracasó. No pudieron tomar Viella. El general Franco había ordenado un fuerte despliegue militar cerca del Pirineo en previsión de una invasión de los aliados. Monzón, hijo de una ilustre familia navarra, personaje singular, de interesante biografía, fue depurado por su partido. Exiliado en México después de catorce años de cárcel, concluyó su vida dirigiendo el IESE de Palma de Mallorca.

El dirigente socialista Indalecio Prieto, gran antagonista de Juan Negrín en el último tramo de la Guerra Civil, ideó una solución distinta: ofrecer a los aliados la restauración de la monarquía con apoyo del PSOE, dejando fuera a los comunistas. Prieto creía que bajo la guía del heredero de Alfonso XIII, los generales monárquicos presionarían a Franco para que abandonase pacíficamente el poder. El 25 de agosto de 1948, tres días antes de que se firmase el denominado pacto de San Juan de Luz entre monárquicos y socialistas, Franco se reunía secretamente con Juan de Borbón a bordo del yate ‘Azor’ en aguas del golfo de Vizcaya. En ese encuentro, el dictador le ofreció que enviase a su hijo Juan Carlos a España para ser educado bajo su tutela, abriendo el camino de una lejana restauración de la monarquía.

Don Juan aceptó. Consternado por su fracaso, Prieto se retiró y el PSOE entró en hibernación. España ingresó en la ONU en 1955, dos años después de un trascendental pacto del régimen de Franco con el gobierno de los Estados Unidos para la apertura de bases militares.

Hace ochenta años se decidió el futuro de España en Potsdam, a cuarenta kilómetros de Berlín. El aniversario coincide con una nueva y trascendente redefinición comercial y política de las relaciones entre Estados Unidos y los países europeos. Europa acaba de ser disciplinada de nuevo por Estados Unidos. La rendición de Ursula von der Leyen ante Donald Trump ha sido humillante y tendrá consecuencias. Queriendo brillar en el universo de la política internacional como jefa del Gobierno europeo, la ex ministra de Defensa alemana ha flojeado en el momento clave. Hay ira en Berlín y París. Y en Potsdam. El pacto de Escocia refuerza la visión colonial de Estados Unidos respecto a Europa.

Boletín Penínsulas - Enric Juliana

2 Comentarios

Artícle Anterior Artícle Següent