LA MEDICINA QUE PROMETÍA SALVAR ALMAS


En una casa de madera en las afueras de Santiago de Chile, rodeada de árboles y silencio, un grupo de personas se reúne cada semana. No hay batas blancas, ni estetoscopios, ni recetas médicas. Lo que hay es fe. Fe en una medicina que no se enseña en universidades, que no se encuentra en hospitales, y que ha sido rechazada por la comunidad científica. La llaman la Nueva Medicina Germánica. Y quienes la practican, se llaman a sí mismos hamerianos.

La mujer que lidera este grupo se llama Margarita Galaz (en la fotografía). Para sus seguidores, es una guía espiritual, una sanadora, una voz que les ofrece algo que la medicina tradicional no puede: sentido. Para sus detractores, es otra cosa. Una manipuladora. Una farsante. Una mujer que, según una querella presentada en Chile, habría persuadido a una paciente con cáncer para abandonar su tratamiento médico. La paciente murió. Y ahora, Galaz enfrenta cargos por homicidio simple y ejercicio ilegal de la medicina.

Pero este no es solo un caso judicial. Es una historia sobre la fragilidad humana, sobre el deseo de creer, y sobre cómo, en momentos de desesperación, la ciencia puede parecer fría y la fe, cálida.

La Nueva Medicina Germánica fue creada por el médico alemán Ryke Geerd Hamer, quien tras perder a su hijo en un tiroteo, desarrolló una teoría: que todas las enfermedades, incluido el cáncer, son respuestas biológicas a traumas emocionales. Según Hamer, no hay virus ni bacterias que causen enfermedad. Solo conflictos internos. Y si se resuelven, el cuerpo sana.

La comunidad científica lo expulsó. Lo acusaron de poner vidas en riesgo. Pero su doctrina encontró eco en personas que buscaban algo más que quimioterapia y diagnósticos fríos. En Chile, Margarita Galaz se convirtió en su discípula más ferviente.

Galaz fundó la Comunidad Hameriana, una red social y espacio de aprendizaje donde se enseñan las “5 Leyes Biológicas” de Hamer. Allí, los síntomas no son enemigos, sino mensajes del alma. El cáncer no se combate, se comprende. Y la medicina convencional no se necesita, porque el cuerpo sabe sanar solo.

Para muchos, esta visión es liberadora. En los foros de la comunidad, abundan testimonios de personas que afirman haber sanado gracias a la NMG. Pero también hay historias que no se cuentan. Como la de la mujer que murió tras abandonar su tratamiento. Su familia, devastada, decidió denunciar.

La querella presentada contra Galaz no solo la acusa de homicidio. También la señala por prácticas sectarias: aislamiento familiar, control psicológico, exigencias económicas. El Ministerio Público investiga si la Comunidad Hameriana funciona como una secta, disfrazada de medicina alternativa.

Galaz, por su parte, se defiende. Dice que no obliga a nadie, que solo ofrece conocimiento. Que la medicina oficial ha fallado a muchos, y que ella ofrece una alternativa. Pero en el fondo, la pregunta no es si tiene razón. La pregunta es por qué tantas personas están dispuestas a creerle.

En tiempos de incertidumbre, la ciencia puede parecer distante. Los médicos, impersonales. Los tratamientos, crueles. Y entonces aparece alguien que te mira a los ojos y te dice: “Tu cuerpo sabe sanar. Solo necesitas entenderlo.” Es una promesa poderosa. Y peligrosa.

La historia de la Comunidad Hameriana no es solo sobre medicina. Es sobre el poder de las ideas, el vacío que deja el dolor, y la necesidad humana de encontrar sentido. En ese cruce entre ciencia y espiritualidad, entre evidencia y creencia, se juega algo más profundo que un diagnóstico. Se juega la esperanza. 


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Comentarios

  1. Efecto placebo. La mente es poderosa y puede ayudar a un enfermo en determinados casos. Otra cosa es la cantidad de farsantes que viven a expensas de gente desesperada.

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  2. Hay en esto mucho farsante como estos de la comunidad Hameriana, o aquel de la lejía de Lleida al que le da soporte una monja.

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