Españoles… o lo que quede de ellos: He vuelto. No por gusto, sino por curiosidad. Me dijeron que España cumplía medio siglo sin mí, y pensé: “Seguro que han seguido mi ejemplo, que todo va como un reloj, que el orden y la disciplina reinan”. ¡Ay, qué ingenuo fui! al pensar que lo dejaba todo atado y bien atado. Lo primero que veo al salir del panteón es que me han cambiado de sitio. ¡Ni muerto me respetan! Me sacaron del Valle de los Caídos como quien mueve un mueble incómodo. Y no contentos con eso, ahora resulta que soy “controvertido”. ¡Yo, que salvé a España de sí misma!. Y todo por orden de un señor llamado Pedro Sánchez. Me dicen que es el presidente del Gobierno. ¡Presidente! ¡Y socialista! ¡Y encima guapo! ¿Qué clase de república encubierta es esta? Este Sánchez gobierna con comunistas, independentistas, feministas, animalistas y, según me cuentan, hasta con influencers. ¡Una coalición que ni en mis peores pesadillas! Y lo más curioso: cada vez que hay problemas, él sonríe. ¡Sonríe! Como si el país fuera una serie de Netflix y él el protagonista.
La patria, esa que era “una, grande y libre”, ahora es una especie de federación emocional. Cada región con su idioma, su bandera, su televisión, y algunos hasta con ganas de independizarse. ¡Qué maravilla! La unidad nacional convertida en un festival de disfraces.
La juventud ya no canta el “Cara al sol”, sino que baila reguetón y hace vídeos en algo llamado TikTok. No sé si es una secta, una enfermedad o una forma de gobierno. Y el respeto… bueno, eso lo dejaron en el siglo XX junto con la cartilla de racionamiento.
La Iglesia, mi aliada eterna, ahora pide perdón por cosas que ni yo recuerdo. Y el matrimonio… ¡ay, el matrimonio! Ya no es entre hombre y mujer, sino entre quien quiera y lo que quiera. Me han dicho que hasta los robots tienen derechos. ¿Y yo qué? ¿No tengo derecho a un poco de nostalgia?. He visto que aún hay quien me defiende, quien me pinta en pancartas, quien me menciona en tertulias. ¡Incluso hay merchandising! Camisetas, tazas, memes… No sé si es homenaje o burla, pero al menos no me han olvidado. Algo es algo.
Así que, queridos compatriotas del siglo XXI, os dejo este mensaje: si queréis seguir adelante, hacedlo. Pero no me pidáis que lo entienda. Yo soy de otra España. Una que no tenía Wi-Fi, pero sí certezas. Una que no era libre, pero al menos sabía a dónde iba. Y sin embargo, no todo está perdido.
Aún hay españoles que recuerdan. Que rezan. Que trabajan con disciplina. Que educan a sus hijos en el amor a la patria. Que no se dejan seducir por el ruido de las modas ni por el veneno del odio. A ellos me dirijo: no temáis. La historia es cíclica. La verdad no muere. Y España, aunque herida, puede renacer. No he venido a gobernar. He venido a recordar. A advertir. A despertar conciencias. Porque la patria no es un concepto abstracto: es sangre, es tierra, es memoria. Y quien la olvida, se condena.
¡Arriba España!
Y ahora, si me disculpan, vuelvo a mi tumba. Allí, al menos, nadie me interrumpe.
Aqui en la foto con mi amigo Adolfo. Anda que como este vuelva, sus vais a enterar. Seguro que acusara a Netanyahu de plagio.
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Franco
Jajaja. Muy bueno. Vamos a dejarle en su tumba con la piedra encima, que ni Urtain levanta. Y que siga en el infierno por sus muchos pecados.
Saludos.
¿Urtain ha regresado?