Usted lleva tres años advirtiendo de que «sólo si la bandera de Ucrania vuelve a ondear en Sebastopol [Crimea] habrá una paz verdadera». Después del incidente del Despacho Oval entre Trump y Zelenski, de la recepción a Putin en Alaska, ¿sigue siendo capaz de imaginarlo?
Esto no va de imaginar, va de realidad. Es clave entender qué significa el fin de la guerra. Cuando uno escucha a Trump, a Macron o a más políticos europeos, no hablan del fin de la guerra. Lo llaman paz, pero es alto el fuego. Putin ve el mundo a través del prisma de la Gran Rusia y no lo oculta desde el principio de su reinado; ya van 25 años. Siempre le impulsó la idea de vengarse por la Guerra Fría. Vi a un tipo de la KGB hacerse con Rusia y decir con orgullo: «Una vez KGB, siempre KGB». Hace 20 años dijo sin rodeos que el colapso de la URSS fue la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX. Ahí marcó el plan. Dos años después, en Múnich, afirmó ante los líderes del mundo libre que la OTAN debía volver a las fronteras de 1997, dejando a los países del Este a merced de Rusia. El plan de Putin no era ningún secreto. Para Putin, Ucrania es un títere de EEUU y de Europa. Es un paso en el camino de restaurar la Gran Rusia. Mientras Putin tenga recursos para seguir, la guerra seguirá. Mientras él siga en el poder, habrá guerra. Podría haber un alto el fuego, aunque la probabilidad es muy baja. Para Putin la razón de la guerra es la existencia de una Ucrania soberana. Los ucranianos son para él una especie de rusos que hablan un idioma pervertido y practican la religión equivocada.
Por eso la bandera ucraniana en Sebastopol es la única oportunidad de terminar la guerra, que no se alimenta solo de la locura de Putin sino también de la idea, muy extendida entre los rusos, de que el Imperio debe seguir siendo grande. Mientras tantos rusos crean en el imperio, el conflicto no terminará. Hay que matar ese virus. Y la única manera es con una terapia de choque. El mejor shock sería ver la bandera ucraniana en Sebastopol. Solo entonces comprenderán que Rusia está en una situación muy mala, que si no hace las paces con Occidente y reconoce a Ucrania, la alternativa es convertirse en satélite de China. A China le conviene: la guerra debilita a Occidente, divide a Europa y Estados Unidos, y destruye a la propia Rusia
La Casa Blanca dice ahora que valora armar a Kiev con Tomahawk. ¿Trump está cambiando su visión?
Trump no cambia su naturaleza, lo que significa que puede cambiar de punto de vista todo el tiempo. Trump me parece bastante natural. Simpatiza con líderes fuertes y autoritarios, pero también quiere estar en el bando ganador. Creía que Zelenski estaba perdiendo y que Putin estaba ganando, y la primera reunión en la Casa Blanca refleja eso. Vance y otros le convencieron de que Ucrania perdía y él siguió sus instintos. A finales del verano, Putin no estaba ganando. Los ucranianos estaban empujando. En la mente de Trump, ahora Putin pierde. Con Zelenski cambió el tono y pasó a verlo como un tipo duro. Trump es muy primario. Sus instintos le dicen quién va ganando y él se alinea. Ya no descartaría ese giro. Trump quiere terminar la guerra. Creo que gente a su alrededor le convence de que cuanto antes destruya Ucrania la infraestructura rusa, más opciones tendrá para decir que él la terminó. Hace seis meses pensaba que la forma era que Zelenski fuese derrotado. Ahora ve que su mejor opción es dañar a Putin.
Europa vive bajo una guerra híbrida con Rusia, especialmente tras el grave incidente con drones en Polonia. ¿Cuál debería ser la respuesta?
Hablemos como ajedrecistas: hay que evaluar la posición con objetividad. El mayor desafío en Europa no es diseñar una estrategia, sino aceptar que Europa está en guerra con Putin. No porque Europa la quiera, sino porque Putin se la ha declarado. La guerra híbrida es parte de su guerra contra Europa como institución, a la que ve como una amenaza. La OTAN forma parte de ese bloque occidental que amenaza sus ilusiones imperiales. Europa sigue escondiendo la cabeza, fingiendo que se puede encontrar un punto medio. El capítulo de los drones lo ilustra muy bien. Putin está probando a Europa, en algún momento intentará algo más dramático. Su objetivo es destruir la OTAN como institución. La OTAN ya no funciona. Se concibió bajo el paraguas de EEUU. Si no está, Europa ha demostrado ser incapaz de cumplir sus deberes militares. Es irónico. En 1949 se crea la OTAN para defender la Europa libre de una posible invasión rusa. Y en 75 años, la OTAN nunca libró la guerra para la que nació. A Ucrania, a la que se le niega el acceso a la OTAN, le toca librarla. Es la guerra para detener una invasión rusa de la Europa libre. Europa necesita replantear su estrategia defensiva. Ahora mismo la UE es incapaz de afrontar estos retos. Piense en España: ¿cómo convence a la gente de gastar un 5%?
¿Qué le diría usted para hacerlo al presidente español?
Me preguntaría cómo convencer a la gente de gastar dinero para defender algo que sucede a más de 3.000 kilómetros. España no está bajo amenaza de invasión. Nadie espera una invasión desde Argelia mañana. Por eso los mecanismos de defensa, de manera realista, solo pueden basarse en países que lindan con Rusia. Eso exige reorganizar muchas cosas. Ya no importa solo cuántas armas, misiles o tanques se tengan, sino si se está dispuesto a morir por ello. La OTAN ya no es relevante. Hay que replantearla. ¿Cuál es hoy el ejército más fuerte de Europa? El ucraniano. La mejor manera de proteger Europa es reunir fondos para fortalecer a Ucrania. Es la primera línea de defensa, con Polonia detrás. Si no se quiere enviar a los hijos y hermanos a morir, hay que construir ese dique.
Ayudar a Ucrania a convertirse en un puercoespín.
Exacto. Y hay que invertir en eso. Es mejor pagar a Ucrania. Parece que la idea va calando, pero cuando se discute en Copenhague aún se oyen «otras prioridades». Con los fondos rusos congelados pasa lo mismo. Macron habla de estabilidad financiera.¿Cómo se puede hablar de estabilidad financiera en una guerra con Rusia como agresor? Europa sigue unos pasos por detrás de Putin. Y él no tiene salida. Toda la sociedad rusa está impregnada de guerra. La economía es guerra. Todo es guerra. Aunque un día se despertara con ganas de salir, no puede. La guerra es su único legado. La forma de detenerla es destruir los recursos que le permiten continuarla. Hasta ahora no ve determinación en Occidente. La escalada es la naturaleza de la guerra. Si no se detiene, se extiende como un cáncer.
¿Qué pasos concretos demostrarían que Europa va en serio?
Para empezar, derribar los drones. Hacer algo. La debilidad provoca más agresión. Putin ve que Occidente no está listo para responder. Para mí la mejor vía es enviar tropas, no solo voluntarios, a Ucrania. Puede haber una Legión Internacional. Ya hay gente combatiendo. Reconozcan que están en guerra y actúen en consecuencia. Si no se destruyen los ejércitos de Putin en Ucrania, irán a otra parte. Estoy convencido de que el siguiente paso en la escalada será antes de final de año una provocación terrestre contra algún país báltico. Lo hará. Solo necesita demostrar que el artículo 5 no funciona. Su objetivo es probar que la OTAN está muerta y la mejor forma es exhibir su impotencia. Intentará hacerlo con una incursión pequeña. No hablo de una invasión masiva ni de atacar Polonia. Sabe que eso acabaría muy mal para él. Pero una incursión limitada en Estonia o Letonia es otra cosa.
¿Cuál es el peor error de Putin? En su libro de 2015 Winter is coming describió la amenaza que Putin suponía para la estabilidad global. Muchos no lo creyeron y ahora se le ve como un gran estratega despiadado.
Putin lleva 25 años en el poder. Es un dictador. Su lógica es mantenerse en el poder. Si sigue en el poder, desde su perspectiva, está ganando. Debemos analizar la situación desde su perspectiva y no con la lógica de un demócrata. ¿Se equivocó al atacar Ucrania? Hizo una mala estimación, la típica de los dictadores: subestimó la fuerza y la voluntad de la gente libre, los ucranianos. En cambio evaluó bien la reacción de EEUU y Europa: no hicieron nada. Querían que Zelenski huyera. Si Putin hubiera ganado en cuatro días, ¿de qué se habría negociado? ¿Qué se habría salvado de Ucrania? Occidente estaba listo para rendirse. En eso acertó: en la cobardía del liderazgo occidental. Pero, como todos los dictadores, no entendió que la gente libre lucha.
En The Kyiv Independent dijo que «el imperialismo ruso siempre encuentra la manera de emerger». ¿Está Rusia condenada a ser una dictadura?
Rusia es el último imperio del siglo XXI. Algunos dirán China, pero Rusia es el imperio clásico, el viejo imperio terrestre. Está condenado. No hay lugar para los imperios en el siglo XXI y, mientras siga siéndolo, no tiene futuro. La única manera de que Rusia tenga futuro es matar la idea imperial. Tiene que convertirse en un Estado nación. Creo en una Rusia que cambie su naturaleza. Para la psique rusa, mirando la historia, una gran derrota militar es la única forma de convencer a la sociedad de que ha llegado la hora de las reformas. Cada vez que Rusia perdió en el campo de batalla hubo revoluciones y cambio social. Cada vez que ganó, el régimen se afianzó.
En uno de sus podcasts en The Atlantic dice que las similitudes entre lo que ocurre hoy en EEUU y lo que presenció en la Rusia de Putin son aterradoras. ¿Qué señales deberían encender las alarmas?
El problema en EEUU, parecido al europeo, es que muchos ciudadanos creen que la Constitución puede protegerse sola. La Constitución es un papel. Si no estás dispuesto a defenderla, a luchar por ella e incluso a morir por ella, no funciona. Una parte creciente de la opinión pública empieza a ver a Trump como una amenaza existencial para la democracia. Él habla abiertamente de planes para socavarla, aunque muchos digan que solo le habla a su base MAGA. Existe un riesgo real de que las legislativas de 2026 sean libres pero no justas, condicionadas por el uso de redes sociales concentradas en manos de oligarcas pro-Trump. Esa concentración va en aumento. Twitter está en manos de Musk. Google y Meta han claudicado en distintos aspectos. TikTok, ahora mismo, está bajo control que favorece a Trump. A eso se suman medios de derecha dura.
Se está construyendo un control global del ecosistema mediático-digital. El tecnofascismo es una amenaza real. Soy ruso, crecí en la URSS y vi cómo se desmoronó la democracia bajo Putin. Prefiero ser paranoico ahora que lamentarlo después. Hay que tomarle en serio y tomar en serio sus palabras. Sus discursos pueden parecer un chiste, pero el trumpismo es un fenómeno y la amenaza más seria que ha afrontado la democracia estadounidense.
En The Next Move escribió que «la credibilidad demócrata muere en el caos».
El problema del Partido Demócrata es interno. Ha perdido credibilidad al permitir la hegemonía de grupos de extrema izquierda con una agenda ajena a la mayoría. Hay que recuperarla. La manera es demostrar que se escucha a los votantes. Si mantiene como banderas la diversidad o la agenda trans sin medida… eso es exactamente lo que necesita Trump. La historia muestra que un empuje en un extremo provoca reacción en el otro. En mis redes lo llamo el círculo vicioso de la Guerra Civil española: un día te despiertas y tu elección es comunistas o Franco. Estás atrapado. Eso es lo que desean los aspirantes a dictador. Y cuando la extrema derecha y la extrema izquierda se enfrentan, la primera suele ganar porque conecta mejor con el centro. No porque sea buena, sino porque apela a la tradición. La extrema izquierda pretende ir demasiado lejos. Es vital que las fuerzas que combaten el populismo de derecha no carguen con la losa del populismo de izquierdas, que es el mejor combustible para que la derecha dura gane poder.
¿Cree que un plan de paz como el de Trump podría traer estabilidad a Oriente Medio? ¿Qué opinión le merece Benjamín Netanyahu?
No me gusta que el hecho de que mi padre fuera judío [su apellido original es Weinstein] se relacione con mi opinión sobre Israel. Apoyo al Estado de Israel porque es una democracia. Sobre Netanyahu, creo que es un obstáculo. Con todas las críticas a Netanyahu, al otro lado está Hamás, que es criminal. Netanyahu tiene su responsabilidad y habrá de rendir cuentas. En cuanto termine la guerra, sus días están contados.
Es paradójico que muchos países árabes quieran una salida mientras Europa empuja en otra dirección. No existe hoy un actor palestino fuerte dispuesto a negociar sinceramente una solución de dos estados. La posición oficial de las organizaciones palestinas ha sido la de un único Estado palestino, lo que en la práctica supone expulsar a los judíos. Poca gente recuerda que la OLP fue creada por la KGB en 1964. Desde el principio la agenda fue erradicar el Estado judío. Lo mejor es implicar a los Estados árabes dispuestos a formar una coalición y buscar una solución. Para mí el conflicto en Gaza es la mayor distracción respecto a los retos globales. Europa no se decide en Gaza. Se decide en Ucrania. El desenlace de todo, de Taiwán a Venezuela, se decidirá en Ucrania.
Su derrota contra Deep Blue II fue un aviso de la superioridad de la supercomputación sobre los humanos. ¿Es la IA un riesgo para la democracia?
Hay cosas que van más allá de nuestra capacidad de control. No se puede detener el progreso. La gente seguirá inventando. Las máquinas nos hicieron más fuertes y más rápidos, nos ayudaron a vivir más y deberían hacernos más inteligentes. Hay que asumir que ya forman parte de nuestro mundo. Conviene un enfoque realista. No hay que verlas como presagio de utopía o de distopía. Están ahí, son tecnología, y debemos encontrar cómo relacionarnos con ellas. ChatGPT y los modelos de lenguaje no amenazan nuestra subsistencia. En educación hay que reformar el sistema. No se trata de acumular conocimientos, eso se encuentra. Se trata de entender patrones y de ser creativos.
Cuando ganó a Kárpov, muchos vieron un triunfo del individualismo sobre el colectivismo. En la partida por el orden mundial, ¿quién ganará?
Sigo creyendo en lo básico, en la libertad. Puede haber periodos en los que el colectivismo predomine, pero no duran. Siempre se necesita el poder de las ideas individuales. Es un desafío porque la tecnología crea un mundo en el que la masa gana poder, pero también permite que una sola persona con capacidad creativa ataque al Estado. Pensar que los ordenadores suprimirán por completo la individualidad no tiene sentido.
Nemtsov fue asesinado hace 10 años. Navalny fue envenenado y ha muerto en prisión. A usted el Kremlin le etiquetó como «terrorista» hace un año. ¿Teme ser el siguiente?
¿Sirve de algo tener miedo? Evito países donde podría correr peligro, así que limito mis viajes. Se trata de minimizar el riesgo; es un juego de probabilidades. Eliminarlo no se puede. Estoy en mejor posición que Nemtsov o Navalni porque estoy fuera de Rusia. Ellos murieron y cumplieron con su deber. Yo sigo aquí, cumpliendo el mío.
Algunas conclusiones: Ucrania es el tapón que impide que el imperio ruso se extienda por Europa. Putin no es un demócrata y aspira a recuperar el territorio que controlaba Rusia antes de la Primera Guerra Mundial.
ResponderEliminarPutin, o la palma, o se saldrá con la suya, a tenaz no le gana nadie.
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