La historia que hoy os narraré, a pesar de haber transcurrido más de cuarenta años, dejémoslo en que puede ser cierta o no, y a su protagonista le llamaremos X, para no comprometer a nadie, dado que a pesar del paso del tiempo, estos hechos tienen que ver con el ejército español y sus servicios secretos:
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"X" era un cabo que cumplía el servicio militar en Palma de Mallorca, concretamente en la "Subinspección Militar de Baleares". Su trabajo en unas oficinas militares era poco y aburrido, de hecho el ùnico trabajo que había en su departamento era hacer las listas del soldados que iban y volvían de permiso, y aumentaba cuándo había cambio de reemplazo.
Ahora bien, para hacer esta enorme tarea había un Comandante, un Teniente, un capitán, un sargento primero, un sargento, un cabo primero y él que era cabo a secas. Como veréis pues X, mucho trabajo, lo que se dice mucho trabajo no tenía.
Cuándo le dieron la orden, X, no se sorprendió, quizás porque en ser la primera vez no sabía todo lo que tenía que saber sobre la delicada tarea que le habían encomendado, y acostumbrado como estaba ya al ejército, se limitó a cumplir las órdenes que le habían dado y que significaban también romper un poco la rutina monótona del día día.
Cogió el barco regular en Palma que lo llevó hasta el puerto de Maó, el mar estaba tranquilo y el viaje fue de lo más plácido. Al llegar al puerto, bajó a tierra, allí un sargento le estaba esperado con unas jaulas, dos concretamente.
Cogió el barco regular en Palma que lo llevó hasta el puerto de Maó, el mar estaba tranquilo y el viaje fue de lo más plácido. Al llegar al puerto, bajó a tierra, allí un sargento le estaba esperado con unas jaulas, dos concretamente.
- Buenos días, éstas son las jaulas que tiene que llevar a Barcelona, la dirección y el nombre del veterinario están en este sobre, así como el dinero.
- X se sorprendió.
- Perdone mi Sargento, pero estas jaulas están vacías. Ya se que en el ejército no se tienen que hacer preguntas y obedecer las órdenes, pero no entiendo porque tengo que llevar dos jaulas vacías a Barcelona, y menos aún a un veterinario.
- El Cabo se sonrió.
- ¿No te han dicho nada, verdad?
- ¡No! fue la contestación del sorprendido y intrigado X.
- Verás, en estas jaulas tendría que haber cuatro palomas mensajeras, que se tienen que llevar a Barcelona a la Vía Layetana a pasar la revisión a un Veterinario cada seis meses. Estas palomas (Q.E.P.D.) utilizadas durante la guerra civil para enviar información secreta de Maó a Palma y de Palma a Barcelona, y viceversa, murieron hace ya años y como la guerra había acabado hacía años también ya no se entrenaron más.
- Sin embargo, entonces ...
- Ya lo sé, continuó imperturbable al Cabo: Para que llevar unas jaulas vacías en Barcelona a una dirección determinada, abonar una factura y devolverlas a Maó.
- Continuó ...
- Pues porque el ejército es el ejército y nadie se acordó o pensó en revocar el orden, y por lo tanto mientras nadie resuelva lo contrario, se seguiràn llevando las dos jaulas vacías cada seis meses en Barcelona, y el soldado que lo haga disfrutará de un par de días de permiso, que no está mal.
- ¡Pues no!, contestó "X" que cogió las jaulas y sin más preguntas volvió a embarcarse hacia Barcelona, a disfrutar de un par de días de descanso con su familia.
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